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Mostrando entradas de marzo, 2016

FRÍO

Despierto algo confundido, otra vez esa sensación de frío que carcome toda mi espina dorsal. Me miro las manos y están sudosas, un sabor amargo me viene a la boca. Me visto, tomo un baño rápido y bajo al garaje. Otra noche más en esta apestosa ciudad. Gotas gruesas y pesadas de lluvia empiezan a golpear al parabrisas, un relámpago pinta de blanco el cielo. Me muevo lento por las calles en espera de algún pasajero. Me paro a pensar en una esquina. Fue apenas hace tres meses que era contador en una oficina del centro...¿ cómo pude echarlo todo a perder? A unos veinte metros veo una silueta de mujer, distingo un gesto con el dedo llamándome. Avanzo y nada, debí haberlo imaginado. Las farolas de mi taxi me dejan ver algo fuera de lugar. Sombras que se mueven en medio de oscuros callejones. Empiezo a tararear una canción para relajar el ambiente. No fue nada. Después de todo, llovía intensamente. Regreso a casa muerto de frío, me acuesto y enciendo la TV. Afuera sigue lloviend

EL FINAL DE LA VIDA

Después de la gran guerra, el planeta entero luce negro, los océanos, antes azules, ahora tienen un color gris y en algunas partes parece que hierve, arrojando al aire fétido burbujas que se descomponen a no menos de un kilómetro de altura. Lo que fue en un tiempo primavera, verano, otoño o invierno está olvidado, en su lugar sufrimos un frio paralizante durante las largas noches y un calor insoportable durante el día. Era perfectamente adecuado para las maquinas. Cazaban animales y humanos de la misma manera, cualquiera con carne y sangre para llenar sus vientres metálicos y engrasar sus extremidades. Los humanos se defendieron lo mejor que pudieron, no tenía caso, habían vendido sus almas a la tecnología, y las mismas armas que usaron se tornaron en su contra. Luego, tuvimos que revelar nuestra existencia al mundo. Sí, también nos extinguiríamos si no hacíamos algo. Lo único que ganamos fue causar más terror y pánico al colectivo. Un mito, eso éramos, o al menos eso creían

PROGRAMACIÓN NOCTURNA

Era tarde, muy tarde y no podía dormir; la falta de sueño era algo inusual en mí pero no me importaba, era sábado y me había dejado recostado delante del televisor, con tan poco que hacer como cambiar el canal, a la espera de conseguir algo de sueño o bien, que el mundo a su alrededor despertara y se pusiera en marcha. El programa de concursos me había resultado interesante. Era patético ver como alguien estaba dispuesto a despedirse de toda su dignidad por una tostadora. Algunos participantes incluso se ruborizaban cuando escuchaban lo que tenían que hacer en lo que al parecer, era un programa familiar. Era obvio que los verdaderos ganadores del programa eran los espectadores y claro, yo estaba contento de formar parte de ellos. Lo que comenzó como un simple hecho fortuito termino en algo deliberado; me aprendí la programación de todos los canales de la noche y en tanto me fuera posible pasaba noches enteras pegado a la pantalla chica. Confieso que mi gusto tenía escondido al

ESCÉPTICOS

Aquellas noches de tormenta mi mamá me acariciaba el pelo; me susurraba al oído, con suavidad, me decía que no había nada qué temer en la oscuridad. Que no existían monstruos ni seres acechando en los rincones de mi habitación, ni nada que se le parezca. En ese entonces no podía dormir sin temer a una mano delgada y pálida se asomase desde abajo de la cama, no podía dormir sin temer a esos salvajes ojos que brillaban en el fondo de mi clóset. Y aunque, en mis recuerdos le sonreía y aceptaba creerle, sabía ya desde entonces, que tenía que aprender a aparentar y que tendría que estar dispuesto a disfrazar mi verdad. Cuando estaba en tercer grado, escuche  rumores  sobre el fantasma de una niña. Para ese entonces había visto el vestigio de una sombra, de algo que movía sus piernas mientras el columpio se inclinaba intermitentemente. La maestra nos decía que toda esa clase de cosas eran cuentos, historias de hadas o el producto de una imaginación verdaderamente ociosa a la q