Fue todo un acontecimiento, la comidilla de los medios, el
tema de conversación de todos y cada uno. ¿Había una justificación para esto?
Por supuesto. Este era el modelo perfecto.
Corría la segunda mitad del siglo XXI, tiempos malos,
tiempos de crisis y enfermedad. Lo que en la primera mitad habían sido tiempos
de cambio, esta segunda solo trataba de alguna manera de recuperar aquello que
alguna vez fuimos.
Fue una tarde de octubre del año 2081, la transmisión llegó
a todos los televisores del mundo, la humanidad había llegado a un punto de
quiebre. La comunidad científica, totalmente desconcertada, no encontraba
justificación alguna para el fenómeno.
No más neonatos.
Si, así es. Desde hacía algunos años la tasa de nacimiento
empezó a reducirse de una manera escalofriante, al punto de que en cinco años
solo habían nacido 14 niños y el último año solo uno. Lo que en un principio a
nadie le importó, terminó por devastar la conciencia de la población. Era obvio
como iba a acabar todo esto.
Y fue desde ahí que empezaron con los experimentos, fueron
uno tras otro y todos unos totales fracasos. La crisis explotó y muchos
teorizaban como iba ser el fin del mundo. Luego, siguieron los llamados
autómatas, aquellos a los cuales podías dar órdenes y se podían en convertir en
cualquier cosa que tú desearas: un sirviente, un amigo, un esposo, un amante y
un hijo.
Esto último jamás llego a ser de agrado para el público,
era imposible siquiera aproximarse a la idea de un infante, era muy irreal.
Fue por eso que cuando el modelo 77MQW-1 hizo su aparición,
fue todo un éxito. El público lo recibió con algarabía y júbilo, era vendido y
revendido en todo el mundo. Fácilmente podías programar cada una de sus
funciones y éstas, todas increíblemente reales. Era como si tuvieras
un verdadero niño en casa. Y la sonrisa, por un tiempo, volvió a dibujarse
en el rostro de la gente.
Tardaron poco menos de dos años para que se dieran cuenta,
una anomalía en el mecanismo, una falla en su sistema. Si bien el modelo
77MQW-1 era perfecto, su compleja mente artificial había empezado a cuestionar
su mera existencia. El problema no fue tomado en serio hasta que aquello
ocurrió.
Una llamada de emergencia a la policía dio con la tragedia.
Un séquito de octogenarios habían sido brutalmente asesinados,
sus cuerpos no eran sino un amasijo de carne y huesos. En medio de aquel
brutal espectáculo se encontraba ella o eso, ignorante al macabro hecho,
jugando con los ojos de aquellos desgraciados como si se trataran de simples
canicas.
Los eventos se repitieron en varios puntos de la ciudad,
más tarde en todo el mundo. Una paranoia de autómatas colectiva, un rechazo a
la sociedad, a sus creadores. Un común denominador en todo ellos que dejó en
shock a todo el planeta.
Por supuesto, los seres humanos; desde ingenieros a
diseñadores, veían todo esto como un error de programación. Un fenómeno
corregible, pero no relevante. Un desfase de fábrica que podría ir arreglándose
poco a poco, máquina por máquina.
La tasa de mortandad ya era un asunto sin importancia,
todos sabían que no había futuro. Condenados a envejecer y morir sin dejar
ninguna descendencia. Todos con la única idea de vivir bien lo poco que les
quedaba de vida.
El problema con el modelo 77MQW-1 no encontró solución
alguna. Revisión tras revisión sin hallar el error. ¿Realmente era un error? La
gente seguía adquiriéndolos sin importar las consecuencias. Aquel ente
artificial les devolvía la fe y se las quitaba. Era el niño(a) de sus
sueños, un ángel o un demonio, pero era paz, era no pensar en el futuro, era
reír y llorar.
Poco a poco la manufacturación se detuvo. No quedaba nadie
quien los hiciera ni nadie ya quien los comprara. Entonces todos y cada uno se
juntaron, autómatas de todo el mundo se reunieron, cientos, miles de ellos, las
calles se llenaron de niños con rostro mecánico y cuando todos estuvieron
juntos alzaron la vista hacia el cielo. Ahora solo era cuestión de repoblar el
mundo con aquello a que los seres humanos se habían encargado de destruir.
El modelo 77MQW-1 había salvado al mundo. Sin lugar a dudas
era el modelo perfecto.
El hombre se ve reemplazado por su creación, me pregunto si esos autómatas caeran en los mismos errores. Buen relato. Saludos!
ResponderEliminarGracias por pasarte y leer, David.
ResponderEliminarMe alegra haya tenido tan atenta lectura y reflexión.
¡Un abrazo!