El chico de la casaca
azul sube al escenario, gritos ensordecedores por todos lados, mil emociones. La
noche aplaude, la melodía abre el corazón y desnuda el alma, el ritmo de una
vida de desencantos, letras de un amor de cassette. El espacio y tiempo no son
un obstáculo, a un millón de millas descanso sobre tu piel.
Cae la luz del sol y el
reloj marca las 8 am, me visto rápidamente mientras escucho tu voz bajo la
almohada. Buenos días. Sí, no digas nada. Tarde y es tu culpa otra vez. Mi batalla
contra el tiempo termina cuando el espejo me dice que tengo las medias al
revés. El café sabe amargo y tu carcajada lo hace peor, existe el karma, ¿sabías?
Y apenas comienza el día.
Los documentos están en
su lugar, es un alivio. Las medias por otro lado se han roto y salen volando para
estupor del taxista. Te noto muy cansado, me preocupa que vayas a enfermar. El cielo se abre celeste y brilloso, el tiempo vuela, el invierno
ha sido duro y hay sueños de primavera. Los arboles reclaman su color favorito,
su hora será la nuestra.
Marco el piso 13 y el
ascensor asciende. Nuestro número, un par de supersticiosos que declararon su
amor en la fecha menos esperada. Recuerdo las luces, el calor de la gente, la música
estridente de aquella banda de rock, el contagiante ritmo de esa artista pop y
tu mirada, ya no me preguntes por la persona que iba acompañada.
Aquel inesperado mayo
marco nuestro encuentro, aquel junio de miradas nos enamoró. Las cuatro paredes
me abrazan y en mi mente suena esa triste canción, la misma que poco a poco se convirtió
en ilusión. Somos, al pasado se le ponchó una llanta y desbarrancó. Se respira
la oportunidad de un mundo mejor.
La mañana se mueve despiadada,
llueven papeles y empieza a nacer un dolor de cabeza. Sonríes, ¿cómo lo haces?
No tengo súper poderes, como parece que los tienes tú. La felicidad a veces
cuesta, lo sé. Acaso no lo sabré, te pido que me sujetes con fuerza y no me
sueltes. Siento que todo parece estar encima de mí a veces. Perdón, también te
amo.
El fatigado día termina
como cualquier otro, arrastro los pies hasta la avenida. Me mueven las ganas de
estar en casa, quiero verte, ¿cantaras nuestra canción?
Una ducha rápida, la
cena en la cama y por lo demás todo parece estar en orden. No, no me importa si
mañana llego tarde otra vez. Ya es hora, lo sé. La señal no es muy buena, cuelga
ya, pocos minutos restan.
El chico de la casaca
azul sube al escenario, gritos ensordecedores por todos lados, mil emociones. La
noche aplaude, la melodía abre el corazón y desnuda el alma, el ritmo de una
vida de desencantos, letras de un amor de cassette. El espacio y tiempo no son
un obstáculo, a un millón de millas descanso sobre tu piel.
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