Ir al contenido principal

EL SUEÑO DEL MONSTRUO


Llueve sobre París, y el conejo fluorescente en el edificio parpadea como si sospechara mis movimientos. Espero, como siempre lo he hecho. Los AKA revolotean a mí alrededor también esperando, aguardando su momento. Se producen los primeros estertores, el instante final antes de su llamado siempre es doloroso, contrae mis nervios, subleva la sangre que parece querer salir corriendo de este nauseabundo cuerpo.

Y llega la hora, el primer AKA gira y se acomoda lentamente en algún lugar de mi maldito cráneo. Entonces, lo veo todo. Dos docenas apiladas en la cima de un rascacielos destrozado. Un montón de carne que aparentan tener una vida que ya no les pertenece. Es cuestión de minutos, por supuesto. La legión a mí alrededor se hace más grande y un atronador ruido metálico reverbera exigiendo una repuesta

Nunca llegas a resistir lo suficiente, te rompes antes y es más fácil así. Ellos hacen el trabajo y puedes creer que todo es un sueño. Casi, un poco, pero los gritos llegan. Sus rostros, completamente horrorizados, ante lo que realmente es ahora este mundo. Es imposible escapar, huyen, pero en el fondo lo saben. ¿Por qué? Siempre es así antes de que mi mano, que ya no es mi mano, arranque la espina dorsal del primero para que los AKA se alimenten.

Esta tierra es un lugar extraño, se dónde estoy pero todo es tan incierto. París está muerta, pronto de ella no quedaran ni los huesos. El mundo también, y aquellos pequeños engendros que la pululaban son ahora convertidos en huérfanos límpidos, perfectos. El resto, comida para el señor de este cielo enfermo. Mejor es esperar, siempre es mejor esperar. El gigante hace y deshace, un día aquí, otro allá… ¡Hoy es aquí mismo!

El AKA de mi cerebro emerge para unirse a la orgía de sangre. Cientos yacen como larvas sobre los cuerpos deshechos. Ahí están, retorciéndose de felicidad y yo en medio. Otro dolor irrumpe en mi cabeza , un hilo de voz se abre en mi sinapsis y el llanto me llega desde otro punto del rascacielos. Vuelo hacia su lugar de origen y la veo, de pronto soy un hombre y tengo a mis pies a una niña aterrada gimiendo. Los estratos de este sueño se mezclan con mis recuerdos.

Recuerdo la noche y su cielo por encima de mí. No tenía nada original, salvo un diluvio de fuego. Recuerdo el calor y el olor de la muerte, los gestos desarticulados de Leyla. Oh Leyla, una de sus pequeñas manos aferrada a la mía y otra señalando al gigante. Ahí, levitando con un millón de patas sobre nuestras cabezas. Devorando las estrellas, vaciando la ciudad de mi infancia. Cubriéndolo todo hasta convertirlo en una sopa de bilis y sangre.

De pronto no veo nada, esta borroso y oscuro. Una luz me ciega, recuerdo que no veo nada… pero oigo ruidos violentos. Unos mecánicos, otros orgánicos, los dos conjugados en un sinónimo de muerte. También oigo una voz, la más dulce de las voces, que me habla, pero se aleja… no alcanzo a escuchar. Es un sueño, un sueño mostrándome en algún lugar con la frente excesivamente arrugada y las mejillas completamente empapadas.

Un grito imposible me saca del trance. Eres débil, me digo. Los AKA atacan a la pequeña sin que pueda hacer nada. Quiebro el córtex, tengo el poder y por un instante creo que voy a salvarla. La batalla no dura mucho, claro. Pero los devoradores han caído. De pronto una niña se desangra y un ser, mitad hombre y mitad máquina, trata de consolarla. Es el fin, para uno y para el otro.

Mientras sostengo su cuerpo escucho el ruido de nuestras vidas. El ritmo de una canción, una canción hermosa que poco a poco desaparece. Recuerdo, lo recuerdo todo. Ya casi despierto del sueño. Oh, mi pequeña Leyla, por fin podremos ver todas las estrellas de tu amado cielo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA CHICA PERFECTA

La conocí en una famosa página de citas de Internet. Al principio me mostré cauteloso, no sabía que pensar. Después de tanta insistencia por varias de mis amistades decidí probar. En efecto, conocí a alguien que robaría toda mi atención y que terminaría por ser la dueña de mi corazón. Luego de varias semanas de intercambiar mensajes y compartir historias decidimos conocernos. Era profesora de secundaria, muy impresionante en persona, con una figura que no te esperarías de alguien que trabaja en educación. Tenía el pelo castaño y rizado, ojos cafés y una mirada cautivadora. Debo admitir que me arriesgue demasiado en nuestra primera noche, creo que me deje llevar un poco por la emoción. En pocas ocasiones me había pasado y es que, ella despertaba en mí una pasión que escapaba a la razón. Me la lleve a una habitación de hotel, un poco nervioso le hice la propuesta y accedió. No voy a entrar en detalles, lo siento, soy un caballero después de todo, pero quiero dejar en cla

EL ENGENDRO DE UHMUG

El cielo está quieto, oscuro y silencioso. Uno de sus ojos parece brillar a lo lejos, casi desaparece. El negro absoluto permanece expectante, ignora al brillante. Entonces celebra su soledad allá arriba mientras observa espeluznante el despertar del muerto. Han pasado más de dos horas desde que los faros del coche se apagaron, más de dos horas en que las caricias comenzaron. La música ha dejado de sonar y los latidos también. Se asoma una patrulla por el retrovisor. Más te vale que despiertes, corazón. La placa corresponde a otro distrito, mala cosa, robado tal vez. No, vamos. Déjate de estupideces. Hay que dejar de ver esa serie de una maldita vez. Una de las puertas traseras está entre abierta. Drogadictos, dices. Ah, un par de porros. Quién, no. Acercas tu linterna, dos siluetas se dibujan, solo una se mueve. Está demasiado oscuro y crees ver sangre. Hombre, ya para de imaginarte cosas. La puerta se cierra de golpe. Llamas a los ocupantes dando una advertencia. Tr

TORTUGA NEGRA

La tetera silba impacientemente, ahoga el bullicio de la ciudad. Me entrego al aroma del café como en cualquier otra tarde de lluvia. Miradas que vienen y van desde mi ventana. Sombras que se alejan. ¿Qué observan? Me llevo las manos al rostro, ahí donde surcan las huellas del tiempo. Compasión, lástima. Sí, por supuesto. Tengo 63 años, mis hijos han crecido y en julio seré abuelo. Estoy canoso. Mi cuerpo no para de quejarse. El calendario marca 31 de Marzo y el sentimiento aflora. Me sujeta fuertemente, me desgarra y me lastima.  Mi mente gira en espiral y me lleva al más oscuro de mis recuerdos. Tenía 8 años y ella apenas 7. Allison se había ganado la reputación de contar historias increíbles. ¡El chico de cuarto grado tiene una caja de monedas mágicas! o ¡El bibliotecario tiene una llave que  te lleva a otro mundo! Y yo disfrutaba de cada una de ellas, por más insulsas que fueran y Sarah también lo hacía. Mi pequeña hermana se movía conmigo dispuesta a cualquier aventur