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CRÓNICAS DE UNA EXTINCIÓN/Cap V

Año 1631 del Imperio de Karnaron 
Año 8 del reinado de la emperatriz Fera Feng-Du

El aire es denso en mi tanque de gas, y todo tiene una apariencia de irrealidad. Para nosotros, el mundo exterior luce distinto a como lo ven los demás, pero quizás por eso está todo más claro. Mi nombre es Ketcaris, y soy un miembro de la más importante cofradía que ha servido al Imperio de Karnaron.

Desde niños, el gas suministrado ha transformado nuestros cuerpos en algo distinto que un humano. Entrenados en el planeta prisión Gag'drakaz, sede de la casa del antiguo imperio, un lugar en donde la vida es solo un poco mejor que la muerte; solo sobreviven los más despiadados, aquellos a los que nadie osa enfrentar. Pero quizás, deba empezar a contarte sobre nosotros desde el principio.

En el año 2109, antes del nuevo calendario, cuando gobernaban en el universo el emperador Kazath Orzos y sus hijos, nació el ejército más grande que la humanidad ha presenciado jamás. Kazath Orzos, había conquistado planeta por planeta con sus poderosas máquinas; una a una eran construidas y ensambladas, miles, millones, cada vez más inteligentes, y se volvió esclavo de su necesidad.

El antiguo Imperio de Drannath, no resistió la previsible rebelión que venía gestándose en sus tan adoradas creaciones. La desolación arrastró planetas, civilizaciones, hasta que Karnaron Gragonos llegó con su imbatible ejercito de soldados para romper con el yugo de las máquinas pensantes, su dominio en la fuerza fue absoluto. El enemigo, completamente aniquilado. Y un nuevo Imperio se alzó ante todo el mundo.

De acuerdo al antiguo sistema de gobierno feudal, la cofradía asumió el papel de ejército imperial, con el derecho de gobernar bajo las directrices de El Diácono y su Majestad. Pieza fundamental, empleada en cada conflicto que rompa los intereses del Consejo o el orden que dicta el libro de nuestra diosa: Soth'takath.

Ahora, la cofradía ha sido deshonrada por la emperatriz Fera Feng-Du. Su Kysha, desterró al Diácono al planeta azul Cardikar con un insultante pretexto. Le temen a Él, a los cuatro arcontes de las lunas de Cardikar: Vadfar, Zengara, Darkutlis, y Artadania, porque en sus huestes nos tienen a nosotros, probablemente los últimos que quedan después de la traición.

Daethron Urlan, o mejor dicho, Nahlam Dei, lleva gestando durante años su venganza contra las grandes casas. Repudia a cada Arconte que se le acerca, a los ancianos del Consejo no los tolera. Sus engendros, sus parásitos vivientes, esos abominables seres han triplicado su número rápidamente, y somos una amenaza para su evolución.

Después de la conquista, la emperatriz ha tratado de deshacerse de nosotros por cualquier medio. Nos traicionaron en el Sistema 3348 Cephei, arrinconaron nuestras naves a los pozos más temidos del espacio cósmico. Los que sobrevivimos, solo encontramos refugio en Cardikar, sin ninguna orden, ni amenaza; solo el más absoluto silencio del Imperio que hemos servido durante tanto tiempo.

Los Akarj, por otro lado, son plaga y enfermedad, no hay control alguno sobre la especie, solo sumisión al Prida y pavoroso temor sobre sus bestias. Se han encubierto números accidentes en decenas planetas, su hambre es atroz, no paran de alimentarse, el parasito ya ni siquiera espera la muerte del huésped, consume, se multiplica, y se hace más fuerte.

Un último informe arroja que Imaur ha sido devorado por gusanos gigantescos, ese hediondo océano ha cubierto por completo la corteza del planeta. Desde sus entrañas, cientos de aterradores seres se alzan hacia su atmósfera con el único fin de escapar. El caos reptante no se detiene, es inevitable la extinción.

Hoy el Diácono nos ha convocado a todos. El Prida se dirige con su ejército directo hacia nosotros, ya están llegando, sus naves pronto aterrizaran. Será nuestra última batalla. ¡¡¡Somos los Xe’acalla!!! No caeremos sin pelear.

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