— Buenos días, Norton. ¿Cómo has estado? — preguntó la Dra Xu.
— Igual.
(empeorando…)
— Me apena oír eso. Quiero que me cuentes que ha sido de ti en estos días que has estado afuera—dijo, cruzando sus largas piernas y preparando su pequeño cuaderno.
— Bueno yo… no he salido mucho de mi apartamento. El mal…
(no me gusta estar aquí)
— Pensé que habíamos superado esa etapa, Norton —suspiró, dejando caer sus hombros y empezando a mover rápidamente su bolígrafo.
— No… no lo digo como algo abstracto. Hablo del mal literal, del mal encarnado. Solía pensar en el como una enfermedad o algo, podía sentirlo flotando allí, paseándose por la ciudad, una rara presión… una oscuridad esperando descender. Pero ahora he comenzado a pensar en algo más, o quizás en alguien. Alguien de verdad malvado, y siento que se acerca cada día más y más.
(me revuelve el estómago)
— Sabes que esto no es real ¿verdad, Norton? — su mirada sabia a lástima, y le rompió el corazón.
— Lo sé… pero esto es diferente. Hay un sistema, es como un mapa de la ciudad. He estado hurgando en la basura de la gente, empecé a ver patrones, no son cosas al azar, las cosas que busco parecen venir de la misma fuente, pernos, vidrios, uñas…, pero mientras más de ellas encuentro, más cerca la oscuridad se siente. Y si no es Dios quien me las muestra me preocupa que sea el Diablo.
(amén)
— Soy budista Norton, no creo en el Diablo— volvió a suspirar —Mira Norton, estoy muy preocupada por ti. Lo estabas llevando tan bien, estabas progresando, y ahora esto de nuevo.
— Pero…
— No, Norton. Déjame terminar. Sabes que se te permitió dejar el hospital solo porque estabas mejorando, y te seré honesta. Si no fuera porque el personal del hospital está ya tan ocupado, de verdad consideraría internarte de nuevo.
— No quiero volver aquí, me gusta tener mi propio apartamento. Me gusta ser libre.
(maldita perra)
— Sé eso, y no creo que seas una amenaza para ti o para los demás, por lo cual te dejaré como paciente externo… por ahora. Si no empiezas a trabajar para dejar todo esto atrás, te traeré de vuelta aquí ¿Entendido?
— Está bien…
(la odio)
— Puedes imponerle un significado a lo que sea si te lo propones, Norton. Pero eso no lo vuelve real. Cuando estas fantasías inician debes recordar poner los pies en la tierra. Medita, calma tu mente y calla tus pensamientos antes de que empiecen a dar vueltas. Tú tienes el control.
—Sí… tiene razón doctora.
(tú y yo deberías hacerle una visita esta noche, y mostrarle lo que hemos visto)
— ¡Nooo! … no… no… ¡No estás aquí! ¡No existes!
(sabes que sí)
— Vamos, Norton. Yo sé que tú puedes. ¿Recuerdas los ejercicios, las técnicas de meditación? No hay nadie aquí que pueda hacerte daño. Lo tienes, ¿verdad?
— Si doctora, ya me siento mejor.
(hoy conocerás la libertad, confía en mi)
— Claro que sí, juntos vamos a superar esta obsesión. Confió en que halles algo productivo en que mantener ocupado, recuerda tomar tu medicación y seguir con los ejercicios.
— Voy a ser libre doctora, voy a ser libre y esta vez para siempre.
—Nos vemos la próxima semana, Norton.
—Adiós.
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