Es la gran noche, el
público vitorea en coro el nombre del artista consumado en una emoción sin
límites. Ambas manos se elevan en agradecimiento, la multitud estalla aún más
en una acalorada ovación. Sus ojos entre lágrimas se despiden del escenario,
los aplausos no cesan incluso hasta después de bajar completamente el telón.
Una magnifica función para una magnifica noche, pero ésta aún le queda mucho por terminar. Una fiesta es celebrada en su honor, sonrisas amigas le dan la bienvenida mientras copas de champán se estrellan aquí y allá. Un sin número de conocidos le envuelven, y en medio de toda la algarabía una figura de irresistible elegancia se revela ante sus ojos.
La dama de brillante vestido carmesí le saluda con la mirada, sus delicadas facciones dibujan la belleza hecha mujer, cada ligero movimiento de su cuerpo hace que su pecho se contraiga de una sofocante excitación. Sus sentidos no parecen obedecerle, imposible no contemplarla y es ahí, cuando empiezan a devorarse con los ojos poco a poco.
Él la invita cariñosamente a la pista. Un tímido gesto despierta el erotismo, sus manos le envuelven en un delicado baile mientras su respiración pegada a su cuello no hace más que alimentar el apetito a sexo. Se miran fijamente, sus labios tocan los suyos con embriagante pasión, sus lenguas juegan en un abrazo húmedo y caliente. Es tu noche, mi amigo.
Y ahí están, en la habitación de su privada casa de playa, envueltos entre las sábanas después de una fatigada hora y media de incontrolable lujuria. Pasado un momento puede notar como ella va retirando su brazo de su cuerpo poco a poco, lo acomoda en su propio pecho, se levanta y con mucha lentitud se mueve hasta detenerse en el viejo buró.
Ah, la caja fuerte. Sabe la combinación. Menuda sorpresa y oscuro el secreto que escondía aquella dama tan fina. Entonces es la hora de la verdad, quizás entonces alcance a comprender que hay secretos más grandes que el suyo. Secretos que han permanecido ocultos y deberán seguir escondidos en las entrañas de la tierra.
No hay dinero, ni joyas preciosas, ni siquiera documentos importantes de los que podría sacar buen provecho. Lo que si hay es una antigua caja con inscripciones ignorantes a su mundo y que parece palpitar con cada respiración que ella da.
¡No la abras! Grita desesperado nuestro desnudo artista, ella gira y rápidamente le amenaza con un pequeño revolver. Inimaginable el terror que estaría a punto de experimentar, espantosa y abominable manifestación del cual sus ojos serian testigo, suprema atrocidad arrancada de una era pasada.
Chilla angustiado lanzándose con las manos abiertas a su tan amada caja, ella forcejea y en el acto un disparo impacta en el pecho de nuestro buen amigo. Huye, corre del lugar, tiene que escapar, ya pensara un plan. Tienes amigos que la pueden ayudar, conocidos que podrían limpiar la escena, amigos que seguramente le ayudaran a vender aquel arcaico objeto. Sí, todo estará bien.
Pobre niña estúpida.
Un tropezón. Oh, que desdicha, se cortó una de sus hermosas piernas. ¡La caja! Ah sí, está ahí, abierta. El ojo inhumano y palpitante no ha dejado de mirarle desde que fue liberado. Gigantescas sombras se elevan a sus espaldas, siente como unas fuertes pisadas se aproximan, mientras el ojo del tamaño de una pelota de tenis parece abrirse más y más ante el espectáculo.
De nuestro artista, no queda nada ya de su antigua forma, liberado ha sido entonces el horror oculto. Su cabeza toca el piso, cual harapo fuera, y de su tronco se desprende una boca gigantesca cuyas fauces se abren y se cierran hambrientas, una docena de extrañas extremidades ahora le dominan y cada uno tiene un apéndice con un ojo humano.
La abominación se hincha de gloria ante el festín, el ojo se hace violentamente más y más grande, mientras los inútiles gritos de la doncella reverberan por toda la casa. Terribles los minutos de agonía de aquella mujer, insondable el abismo de horror que tuvo que vivir, cruel condena, perverso castigo.
Así como fue engendrado, así mismo fue devuelto a su anterior cuerpo. Perfecto de la cabeza a los pies, admirado por miles, elogiado por la crítica, envidiados entre aquellos que ni por asomo llegan a igualar su talento. Dueño de una melodiosa voz, capaz de encandilar a cualquier hombre, mujer y niño. Un artista de ensueño. Un monstruo ignorado que aguarda el terrible día de su revelación.
Una magnifica función para una magnifica noche, pero ésta aún le queda mucho por terminar. Una fiesta es celebrada en su honor, sonrisas amigas le dan la bienvenida mientras copas de champán se estrellan aquí y allá. Un sin número de conocidos le envuelven, y en medio de toda la algarabía una figura de irresistible elegancia se revela ante sus ojos.
La dama de brillante vestido carmesí le saluda con la mirada, sus delicadas facciones dibujan la belleza hecha mujer, cada ligero movimiento de su cuerpo hace que su pecho se contraiga de una sofocante excitación. Sus sentidos no parecen obedecerle, imposible no contemplarla y es ahí, cuando empiezan a devorarse con los ojos poco a poco.
Él la invita cariñosamente a la pista. Un tímido gesto despierta el erotismo, sus manos le envuelven en un delicado baile mientras su respiración pegada a su cuello no hace más que alimentar el apetito a sexo. Se miran fijamente, sus labios tocan los suyos con embriagante pasión, sus lenguas juegan en un abrazo húmedo y caliente. Es tu noche, mi amigo.
Y ahí están, en la habitación de su privada casa de playa, envueltos entre las sábanas después de una fatigada hora y media de incontrolable lujuria. Pasado un momento puede notar como ella va retirando su brazo de su cuerpo poco a poco, lo acomoda en su propio pecho, se levanta y con mucha lentitud se mueve hasta detenerse en el viejo buró.
Ah, la caja fuerte. Sabe la combinación. Menuda sorpresa y oscuro el secreto que escondía aquella dama tan fina. Entonces es la hora de la verdad, quizás entonces alcance a comprender que hay secretos más grandes que el suyo. Secretos que han permanecido ocultos y deberán seguir escondidos en las entrañas de la tierra.
No hay dinero, ni joyas preciosas, ni siquiera documentos importantes de los que podría sacar buen provecho. Lo que si hay es una antigua caja con inscripciones ignorantes a su mundo y que parece palpitar con cada respiración que ella da.
¡No la abras! Grita desesperado nuestro desnudo artista, ella gira y rápidamente le amenaza con un pequeño revolver. Inimaginable el terror que estaría a punto de experimentar, espantosa y abominable manifestación del cual sus ojos serian testigo, suprema atrocidad arrancada de una era pasada.
Chilla angustiado lanzándose con las manos abiertas a su tan amada caja, ella forcejea y en el acto un disparo impacta en el pecho de nuestro buen amigo. Huye, corre del lugar, tiene que escapar, ya pensara un plan. Tienes amigos que la pueden ayudar, conocidos que podrían limpiar la escena, amigos que seguramente le ayudaran a vender aquel arcaico objeto. Sí, todo estará bien.
Pobre niña estúpida.
Un tropezón. Oh, que desdicha, se cortó una de sus hermosas piernas. ¡La caja! Ah sí, está ahí, abierta. El ojo inhumano y palpitante no ha dejado de mirarle desde que fue liberado. Gigantescas sombras se elevan a sus espaldas, siente como unas fuertes pisadas se aproximan, mientras el ojo del tamaño de una pelota de tenis parece abrirse más y más ante el espectáculo.
De nuestro artista, no queda nada ya de su antigua forma, liberado ha sido entonces el horror oculto. Su cabeza toca el piso, cual harapo fuera, y de su tronco se desprende una boca gigantesca cuyas fauces se abren y se cierran hambrientas, una docena de extrañas extremidades ahora le dominan y cada uno tiene un apéndice con un ojo humano.
La abominación se hincha de gloria ante el festín, el ojo se hace violentamente más y más grande, mientras los inútiles gritos de la doncella reverberan por toda la casa. Terribles los minutos de agonía de aquella mujer, insondable el abismo de horror que tuvo que vivir, cruel condena, perverso castigo.
Así como fue engendrado, así mismo fue devuelto a su anterior cuerpo. Perfecto de la cabeza a los pies, admirado por miles, elogiado por la crítica, envidiados entre aquellos que ni por asomo llegan a igualar su talento. Dueño de una melodiosa voz, capaz de encandilar a cualquier hombre, mujer y niño. Un artista de ensueño. Un monstruo ignorado que aguarda el terrible día de su revelación.
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