La llamada termina y te deja más que sonriente. No es solo una montaña más, dices. Es la ocho mil más peligrosa del mundo. El mejor de todos tus retos, “La Annapurna”. Y tu respuesta no se hace esperar. Es una oportunidad única en esta profesión que tú mismo defines como aventurero, si semejante actividad pudiera definirse como tal. Desde muy pequeño tus ansias viajeras te han llevado a visitar las regiones más inhóspitas del planeta y este, si Dios te lo permite, será ese merecido retiro a tus cincuenta y seis años de vida. La expedición está compuesta por once personas, todos expertos en el terreno. Has sido escogido por tus habilidades para afrontar cualquier problema que se presente y una bien conocida experiencia acumulada a lo largo de los años. Todo empieza a las catorce horas del día dieciséis de noviembre, la meta es llegar a la cima en nueve días. Arriesgado pero no fuera de tus posibilidades, es más, tú, al igual que muchos, esperas como un mínimo un reto a