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Mostrando entradas de agosto, 2021

LO QUE HABITA EL ARMARIO

Envié primero a Tommy, mi terrier, el cual no dejaba de ladrar cuando veía mis caricaturas. No dejaba de molestarme pidiéndome una y otra vez que lo saque a jugar. Luego fue el abuelo, se había enfadado conmigo cuando el balón que pateé había estropeado los rosales en su huerto. Me caía mal también, era muy cascarrabias. Después fue mi hermano Carl, que no dejaba de tocar mis juguetes sin mi permiso. Jamás le perdoné que rompiera mi coleccionable de Star Wars. Por último fue mi padre, cansado de que no me escuchara que había un monstruo en mi habitación. Como a todos, le pedí personalmente que fuera a revisarlo. Ahora, si puedo hacer que mami vaya a buscarlo, tal vez el monstruo esté demasiado lleno para comerme a mí también.

ESCADUR - Crónicas de un Imperio Vol.1

El cielo rugía sobre las grises montañas, mientras las huestes del reino de Seldor avanzaban con el murmullo de la desolación. El ejercicio del príncipe Reyran había sido traicionado, emboscado y masacrado en el diente del dragón. Todavía podían escucharse los desgarradores gritos y las lágrimas amontonándose en la roca besando a sus muertos. Lurggar sabía de qué de una forma u otra esa noche iban a morir; sentía a los magos cerca, siempre estaban cerca, tenían ojos por todas partes, y eran letales en sus conjuros de sangre. En la batalla de Amnath había visto lo que le podían hacer a un hombre, se regocijaban en su caza con placer, monstruos depravados e inmisericordes que no les importaba sacrificar a sus propios hombres. Todo el mundo guardaba la esperanzaba de llegar a los desfiladeros. Aunque no lo admitieran, los magos les temían a las gárgolas que vivían en las profundidades; podían sentirles, despertaban al sentir el más pequeño atisbo de magia, y se lanzaban h

DE BRUJAS Y MONSTRUOS

Allá entre el boscaje, no muy lejos de la laguna, había una pequeña y sórdida casa, que según los del pueblo, vivía sola una pobre viejecita. Era pues, tan extraña. Siempre al medio día, decenas de mariposas desentonaban revoloteando alrededor de la deprimente morada. Y eran bastantes bonitas, brillantes, y muy coloridas, agitándose en esa horrible choza todos los días. Pronto los niños dejaron de temer todas esas historias que sus padres les contaban, y reuniéndose a escondidas, se ponían a jugar en ese lugar. Entonces las desapariciones comenzaron, una a una fueron llegando, y el sacerdote señaló a la inocente anciana como una bruja. La pobre nunca entendió realmente lo que pasó, estaba tan sola, y tan vieja que apenas se movía. No hubo piedad para ella en la comunidad, la torturaron salvajemente hasta que su cuerpo fácilmente se rindió. Y las desapariciones llegaron a diez, luego a veinte, hasta que ningún niño quedo vivo en el pueblo. Cuenta la leyenda

ALGUNAS CANCIONES

Se había acabado. Ya no quedaban bises que hacer, ni guitarras que romper. Solo la insoportable ovación del público a esa última canción de Rock & Roll. Volvieron la espalda y se dirigieron con la mirada enfrascada en sus pasos a esa enorme puerta que tenía el letrero grande de RESERVADO. — Me llamarás ¿verdad? Ambos se quedaron parados. Uno esperaba una respuesta, el otro una pregunta de verdad. El vocalista giró la cabeza escondiendo los ojos entre las sombras del cabello. Dejó una sonrisa en su recuerdo y se metió en la habitación cerrando con llave. Echoes of November nunca fue una grandísima canción, pero si inolvidable, como aquel verano del 76, ¿o fue del 77? Llenó un verano adolescente, y la ponían decenas de veces en las máquinas de disco de los bares de la ciudad. — Soy más de letras, que de melodías —recordó decir en aquella entrevista. Se derrumbó en el sofá, descorchó la botella que tenía más cerca y se ahogó en un trago