El ritual había salido perfecto. Sin fallos. Una obra maestra entre los rituales. Suponía. Y eso significaba que no tenía una puta idea de lo que había pasado, pero tenía más o menos la impresión de que algo había pasado. Era el maldito Rey del Mundo. Para ser sincero, él había esperado algo más espectacular, o al menos algo más truculento. Cuerpos que estallaban envueltos en llamas, gente destripada…o destripándose. O mejor aún: monstruos llenos de tentáculos violadores brotando del suelo. Con respecto a esto último, le encantaba el porno japonés, así que en un rinconcito de su corazón había esperado verlo en directo. En lugar de eso, la delegada de su aula no paraba de mirarle con los ojos hinchados de rabia. Tendría que desamarrarla algún día, pero eso sería admitir su fracaso, algo que no estaba dispuesto a hacer. “Te vas a joder, marrano”. Pareció escuchar que decía bajo la mordaza. Mierda, después de que le denunciara que iba a hacer con su vida. — ¿