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Mostrando entradas de enero, 2022

TIPOS DE MONSTRUOS

El ritual había salido perfecto. Sin fallos. Una obra maestra entre los rituales. Suponía. Y eso significaba que no tenía una puta idea de lo que había pasado, pero tenía más o menos la impresión de que algo había pasado. Era el maldito Rey del Mundo. Para ser sincero, él había esperado algo más espectacular, o al menos algo más truculento. Cuerpos que estallaban envueltos en llamas, gente destripada…o destripándose. O mejor aún: monstruos llenos de tentáculos violadores brotando del suelo. Con respecto a esto último, le encantaba el porno japonés, así que en un rinconcito de su corazón había esperado verlo en directo. En lugar de eso, la delegada de su aula no paraba de mirarle con los ojos hinchados de rabia. Tendría que desamarrarla algún día, pero eso sería admitir su fracaso, algo que no estaba dispuesto a hacer. “Te vas a joder, marrano”. Pareció escuchar que decía bajo la mordaza. Mierda, después de que le denunciara que iba a hacer con su vida. — ¿

LA GRANJA OSCURA

Diario personal, 12 de agosto  He vivido en el campo desde que era pequeño. Mi familia… murió joven, y esto es lo único que me queda. Nunca me detuve a preguntarme si debía seguir haciendo esto, y solo mudarme a vivir de mi pensión a la gran ciudad. La verdad, esta tierra es toda mi vida. No sobreviviría lejos de ella. Pero desde hace algún tiempo las cosas... empezaron a complicarse. He tenido sueños, quiero decir… visiones mas bien. Una granja oscura en medio de mi maizal. No sé qué significa aun, pero sé que es malo. La visión fue horrible, terrorífica, trato de huir, pero siempre termino en el mismo lugar. Diario personal, 15 de agosto  Anoche tuve otro sueño, vi la granja oscura, solo que esta vez lucia diferente. Esta vez había alguien conmigo, no pude ver su cara, pero se sentía a mi lado. Ya no tengo miedo. No hay duda de que el mal existe. Lo he visto. Pero ahora sé que tengo que enfrentarlo solo. Diario personal, 17 de agosto 

VOCES EN LA OSCURIDAD

— Buenos días, Norton. ¿Cómo has estado? — preguntó la Dra Xu. — Igual.    (empeorando…)  — Me apena oír eso. Quiero que me cuentes que ha sido de ti en estos días que has estado afuera—dijo, cruzando sus largas piernas y preparando su pequeño cuaderno.  — Bueno yo… no he salido mucho de mi apartamento. El mal…  (no me gusta estar aquí)   — Pensé que habíamos superado esa etapa, Norton —suspiró, dejando caer sus hombros y empezando a mover rápidamente su bolígrafo.  — No… no lo digo como algo abstracto. Hablo del mal literal, del mal encarnado. Solía pensar en el como una enfermedad o algo, podía sentirlo flotando allí, paseándose por la ciudad, una rara presión… una oscuridad esperando descender. Pero ahora he comenzado a pensar en algo más, o quizás en alguien. Alguien de verdad malvado, y siento que se acerca cada día más y más.   (me revuelve el estómago)  — Sabes que esto no es real ¿verdad, Norton? — su mirada sabia a lástima, y le rompió el corazón.  — Lo sé… pero esto es dif

ESPÍRITUS DE LA TIERRA

En mi larga carrera como defensor público he visto cosas en mi vida… cosas tristes. Totalmente innecesarias. Aunque esta historia que voy a contarte no entra en ninguna de esas categorías. Verás, me gano la vida como cualquiera de mi oficio, no voy a decir que disfruto haciéndolo, es trabajo y ya. Paga las cuentas, y mantiene a mi gato y a mí, con una ligera barriga que cada vez que la veo se parece más y más. En fin, a lo que iba, recibí una llama telefónica hace tres noches. Había ocurrido un crimen atroz, de esos que aparecen como portadas en los periódicos a primera hora de la mañana. Nada inusual, al menos para mí desde luego, lo que si me desconcertó fue que conocía el edificio donde ocurrió. Un bloque de viejos apartamentos al final de la calle en mi propia manzana. Revise el expediente como cualquier otro al que me asignaban. Joven inmigrante de origen sudafricano, nada especial, había abandonado su trabajo hace seis semanas y compartía el piso co

AQUELLO QUE LLEGÓ CON LA TORMENTA

Seguro que todos alguna vez han oído la expresión: “Llueve a cántaros”. Bueno, que me aspen si alguna vez había visto una tormenta así en este lugar. Esperaba una inundación importante, pero no para evacuar, simplemente la típica tormenta de todos los años. No algo así. No como lo que nos golpeó. Algo muy particular sucede con esta, es extraño. No solo llueve a cántaros, a barriles y toneles creo yo, estamos atrapados. Y lo que es peor, nadie ha venido a ayudarnos. Ojalá se hubiera quedado solo en eso. Mis vecinos han desaparecido. Después que todos los servicios cayeran, empezamos a comunicarnos por radio. Nos aferrábamos a la esperanza y se convirtió en nuestro motor para seguir levantándonos día tras día. Pero las respuestas dejaron de llegar, primero una, después… no lo entiendo. Me he quedado solo. Aquí viven muchos jubilados, yo soy uno de ellos. La mayoría de estas propiedades son veraniegas, así que los pocos que vivimos aquí nos conocemo

DETRÁS DE TODAS ESAS LÍNEAS

¿Quién se esconce detrás de cada escrito? Cuando leo algo que realmente me hace reflexionar o me cautiva, pienso... ¿quién estará detrás de estas líneas? ¿Cuáles serán sus pensamientos? Su aspecto. Aunque esto último no importa mucho. ¿Tendrá que ver lo que escribe con su vida real? Sí, puedo resultar muy molesto, pero yo lo llamaría curiosidad. Saber qué es lo que anida en esa persona a la que leo cada día. Incluso a veces por las cosas que escribe, te transmite ternura y sin saber cómo es, prestarle tu hombro para desahogarse. ¿No has tenido nunca esa sensación de querer saber más de esa persona que se oculta tras un texto? Porque a veces unas líneas enamoran un alma.

LA ESTACIÓN DE LOS SUEÑOS

A medida que transitamos por la inmensa autopista de los acontecimientos cotidianos que nos suceden, muchas (o pocas) veces habremos de detenemos en la “estación de los sueños” donde además de cargar un poco del combustible vital necesario para seguir adelante —llamémosle amor, salud, sol, brisa o vida misma— es condición absoluta dedicarnos al menos un instante para la reflexión, posarnos cómodamente en el pedestal de la memoria y pegarle una ojeada a los titulares del periódico de nuestra propia existencia. Recuerdo que fue en ese lugar casi ideal donde conocí a mi amigo más fiel, donde comprendí la risa y donde lloré por primera vez. Fue también ahí donde cometí mis primeros errores... y donde me arrepentí, también donde dejé parte de mi equipaje para subir a una compañera (llamada felicidad) que se bajaría más adelante.

INSPIRACIÓN

La anciana del 4°C estaba alineando cuidadosamente los geranios de porte colgante y hojas carnosas en su viejo balcón, tanto los acercaba al exterior que parecía que éstos estuvieran observando con curiosidad el divertido ajetreo de la calle en un día normal. Mientras, en el 3° A, una linda adolescente, envuelta en una toalla, se estaba secando su rizada melena negra en medio de alegres melodías que una moderna radio emitía a gran volumen. Debajo de ella, en el 2° B, un hombre de mediana edad vociferaba y gesticulaba airadamente a través de su móvil, a su lado, la que podría ser su mujer, se mordía nerviosamente las uñas a la vez que le observaba con preocupación. Simultáneamente, el editor del 1°C, devoraba con ansiedad, no sé qué textos, en su ordenador portátil mientras consumía con avidez, un cigarrillo tras otro. A todo esto, la pareja de profesores del 2° A, salían del portal con su perro que, como todos los días, levantaba la pata en la puerta del Kiosco y

SIN LUGAR PARA EL FRACASO

Acababa de ver a un chico listo recibir una paliza mortal justo en la puerta de su casa. En todos los guetos donde no se respetaba a su gente, la suerte acudía y se retiraba como las olas, y en ocasiones, lo único que uno podía hacer era aguantar. Recordó su niñez, y como unas manos aferradas a sus tobillos tiraron de él hacia atrás convirtiéndolo en algo completamente distinto. Algo de lo que venía escapando durante tanto tiempo pero que se negaba a dejarle marchar. Pero además de eso huía de otra cosa, de algo mucho más cruel. Del sentido del fracaso que pesaba denso en el barrio, del tipo de fracaso que se escabullía en los callejones con cuchillos desenvainados y que pisaba sobre cuerpos tirados en la basura. Los foráneos jamás comprenderán como una persona es capaz de devorarse desde dentro. En realidad, nunca lo harán.

EN ALGÚN LUGAR DEL CIELO

Era esa hora del día en la que piensas y piensas sobre todas las cosas que has hecho y harías. Abrió la ventana y contempló la curva del cielo, el mapa de estrellas, la Osa Mayor girándose para verle. Observaba con extrañeza como todo podía verse tan grande desde su balcón, y en el espacio era solo un vacío amorfo, donde la noción de escala pierde todo significado. Pero si estaban en algún lugar allá arriba, ¿me estarían viendo ahora a mí, también? Pensó. Verifico la hora en su reloj, su madre no tardaría en llamar a su puerta pidiéndole que se acueste. Se despidió de sus peludos amigos agitando su mano acaloradamente, se habían ido muy lejos, y él solo se preguntaba en ese momento qué estarían haciendo ahora en ese lugar.

EL TERCER HOMBRE

Después del primer día juntos, la vida se transformó en una rutina sencilla. Desayunaban en el mercado, en un quiosco de una pareja de jóvenes sudafricanos. Nadaban toda la mañana, hasta que el sol los empujaba de regreso a la frescura del Hotel, donde hacían el amor bajo las lentas aspas de madera del ventilador. Por las tardes exploraban el laberinto de estrechas calles detrás del Puerto, o hacían expediciones a pie por las colinas. Cenaban en restaurantes frente a la playa, y bebían en los patios de blancos salones, mientras la luz de la luna se rizaba en el borde de las olas. Y poco a poco, sin palabras, ella decidió acabar con todo y regresar. Sonreía cuando la montaba, la penetraba, y con las manos acunando sus caderas y sus labios apretando con fuerza, ella buscaba el lugar, el punto, la frecuencia que la llevase a casa. No había que ser un experto para darse cuenta de todos los detalles. Los ojos reflejaban un dolor y una inercia que cualquiera sería capaz

THE PHANTOM KILLER/ Cap VIII

Algo apareció de pronto saliendo desde las sombras, se movía a cuatros patas emitiendo un gorgojeante chillido. Vissei Barsali apuntó con su bioarma destruyendo a la última criatura. Ya no quedaban más barriles, la colonia había sido exterminada, y aunque Clotho soltó un suspiro de alivio, Vissei no hizo más que ponerse aún más nervioso. Estaban cerca, había visto los cadáveres, había escuchado la refriega al este de su posición, Darla había escogido el camino más corto y el más peligroso, y aunque no dudaba de su habilidad, temía que Gladus Clem los haya encontrado. Después de todo, era su juego. Solo tenías que alimentar a la bestia para pasar de nivel. Se preguntó si tendría el valor de entregar a los suyos. Ella no era como él. «He cambiado, soy más fuerte ahora» Era verdad, pero sus ojos no habían cambiado en absoluto, y ese rubor en sus mejillas cuando su fantasma sonreía no paraba de hacerle recordar a su hija. Su niña, su pobre niña. La razón por la que seguía luchando,

THE PHANTOM KILLER/ Cap VII

Bajo un envenenado cielo de plata, Nueva París se extendía en una cúpula gigantesca que tenía en su centro a una gran torre. Darla la llamó con un nombre extraño. Uno que en un tiempo significó algo. No importaba ahora, el agua negra estancada y las montañas de basura, develaban solo a una tierra más y más umbría, que amenazaba con devorarlos. El caliente hervor de una extraña sustancia llamo su atención a unos metros. El barroso liquido escapaba furioso de una decena de cilindros. Trajo el primer grito, uno que llegó a alcanzarles en el momento en que una ola de disparos reverberó en cada edificio. Un centenar de criaturas viscosas a cuatro patas se escabullían desde cada rincón para dar muerte a los visitantes. Darla pensó indudablemente en los cilindros. Tenía razón, ese manto oscuro que trepaba fuera de ellos empezaba a tomar forma descubriendo un cuerpo deforme y gelatinoso que se lanzaba directo al ataque. Tuvieron que correr cuando su número llegó a salirse de con

THE PHANTOM KILLER/ Cap VI

Habitantes de todo el sistema visitaban Drukant por una sencilla razón: exocirugía. Drukant era sinónimo de implantes, empalmes de nervios y microbiónica, todo un imán para cirujanos genéticos que llegaban dispuestos a vender sus habilidades. Pero lo que más destacaba era, desde luego, los Ingenieros de REM y sus exocirujanos. Podías ir a Giea o a las Clínicas Negras de Duaran, Drukant era el único lugar en que la muerte era un castigado aceptado por pereza. Tres días allí, y aun soñaba con Darla. Era una pesadilla, y su esperanza se desvanecía cada noche. Su cuerpo había sido reconstruido y, sin embargo, todavía no podía moverse. En realidad, no distinguía el mundo tal como lo conocía. Todo estaba lleno de un incoloro vacío, y lloraba por eso, lloraba en sus sueños, y despertaba solo, aovillado en una cápsula, tratando de levantar su mano que se negaba a obedecer. ¿Cuánto tiempo nos habrían dado esta vez? No mucho, pensó. Pero si Darla estaba viva y los NIÑOS ordenaban