Era esa hora del día en la que piensas y piensas sobre todas las cosas que has hecho y harías. Abrió la ventana y contempló la curva del cielo, el mapa de estrellas, la Osa Mayor girándose para verle.
Observaba con extrañeza como todo podía verse tan grande desde su balcón, y en el espacio era solo un vacío amorfo, donde la noción de escala pierde todo significado. Pero si estaban en algún lugar allá arriba, ¿me estarían viendo ahora a mí, también? Pensó.
Verifico la hora en su reloj, su madre no tardaría en llamar a su puerta pidiéndole que se acueste. Se despidió de sus peludos amigos agitando su mano acaloradamente, se habían ido muy lejos, y él solo se preguntaba en ese momento qué estarían haciendo ahora en ese lugar.
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