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THE PHANTOM KILLER/ Cap VI

Habitantes de todo el sistema visitaban Drukant por una sencilla razón: exocirugía. Drukant era sinónimo de implantes, empalmes de nervios y microbiónica, todo un imán para cirujanos genéticos que llegaban dispuestos a vender sus habilidades. Pero lo que más destacaba era, desde luego, los Ingenieros de REM y sus exocirujanos. Podías ir a Giea o a las Clínicas Negras de Duaran, Drukant era el único lugar en que la muerte era un castigado aceptado por pereza.

Tres días allí, y aun soñaba con Darla. Era una pesadilla, y su esperanza se desvanecía cada noche. Su cuerpo había sido reconstruido y, sin embargo, todavía no podía moverse. En realidad, no distinguía el mundo tal como lo conocía. Todo estaba lleno de un incoloro vacío, y lloraba por eso, lloraba en sus sueños, y despertaba solo, aovillado en una cápsula, tratando de levantar su mano que se negaba a obedecer.

¿Cuánto tiempo nos habrían dado esta vez? No mucho, pensó. Pero si Darla estaba viva y los NIÑOS ordenaban iniciar un nuevo juego, saldría sin dudarlo con Ressa. De eso estaba completamente seguro. Tenía que haber sobrevivido, tenía que estarlo, solo esperaba que Ressa la protegiera sin dudarlo en la tercera prueba.

Al cuarto día pudo levantar su brazo derecho, poco a poco empezaron a dibujarse siluetas a su alrededor hasta que dio con ellas. Reprimió todo lo que quería decir, todo lo que sentía en ese momento, y solo atinó a sonreír.

— ¿Cuánto para el tercer juego? — preguntó. 
— ¿Estás seguro de que quieres preguntar eso? — interrumpió, Darla. 
— Bueno… ehh… ¿eres real? — sonrió Keir. 
— Define real para ti, eres un fantasma después de todo— dijo Darla.

Keir le pidió que se acercara, entonces apretó con fuerza uno de sus pechos, para seguir preguntando, con los ojos cerrados, si todo era un sueño. Darla soltó el café hirviente que tenía en su mano derecha, bañándolo por completo. Por supuesto que antes de salir de la habitación se encargó de recordarle, en repetidas ocasiones, lo muy idiota que era. Le dijo a Ressa que estuviera lista, en una hora se reunirían en la Costa Este para el tercer juego.

— No debiste hacer eso —masculló Ressa. 
—¿Qué haces todavía aquí? —suspiro Keir — Déjame solo. 
— ¿No vendrás? —preguntó. 
— Pude tomar las dos, sabes. Soy un idiota. No sé si tenga otra oportunidad de tocar ambas. 
— Cuando ella estuvo en cirugía, repitió tu nombre todo el tiempo. Cuando empezaste a despertar, hiciste lo mismo con el de ella. ¿Qué valor tiene esa promesa? Me hubiera gustado que no despertaras. Te envidio, aunque hace tiempo que olvidé como se siente realmente eso. Ella es buena, y pensé que quizás, podía volver a empezar con un vector digno al que adorar. Pero, ¿sabes? Cuando volteaba a verme, sus ojos solo parecían preguntar, ¿por qué no eres tú la que está en esa cápsula? ¿por qué tuvo que sacrificarse él, y no tú? ¿Qué soy, Keir Byrn? ¿Qué eres tú? ¿Quién es ella? ¿Por qué lloró tanto cuando le dijeron que quizás no despertarías nunca?

Keir tomo su mano, y la abrazó.

— ¿Qué somos? Es una pregunta compleja. Un día fuimos llamados un milagro tecnológico, y otro, fantasmas, de un mundo que poco a poco se perdió en la oscuridad. ¿Qué somos? Hay algo, hay algo ahí dentro, Ressa. Nadando en todo ese REM, que nos diferencia de todos esos Potbots. Algo que tú misma tienes que buscar.

La sonrisa de Vissei Barsali cuando entró a la sala, era de oreja a oreja.

— Acabo de ver a Darla, pasar corriendo. Más te vale que la sueltes, o terminará castrándote de verda.
— Tú, maldito bastardo ¿qué haces aquí? — preguntó Keir. 
— No voy a darte explicaciones a ti, ya tengo suficiente con todos los tipos que quieren matarme. ¿Qué? ¿Acaso crees que fueron los únicos que pagaron por un poco de información? Bueno, afortunadamente en este último juego, la mayoría resultaron muertos. Sin embargo, me preocupan unos cuantos más para esta próxima prueba. 
— ¿De verdad crees que te vamos a ayudar? — rezongó Keir — Devuélvele el dinero a Darla. 
— Ya lo hice, hijo. A diferencia tuya, a mi si me dejo un recuerdo en el cuerpo— además de la nariz aplastada y rota, tenía el único ojo bueno, tan hinchado y negro como el parche de su ojo izquierdo —No te preocupes por mí, voy a estar bien. Ahora, a lo que iba, el tipo que me vendió la información a mí, será Juez en esta prueba. Te lo advierto, es un maldito hijo de perra. No habrá piso intermedio, después de esto, iremos directo al 117. Solo vine a decirte que nosotros vamos a seguir el plan. El resto, depende de ustedes.

Se marchó antes de que Keir pudiera responder. Ressa le contó que Darla ni siquiera le había dejado al anciano, terminar una sílaba. Cuando se encontraron, había tenido que sujetarla para que ya no lo golpeara más. También le dijo que, para estupor de todos los presentes, ninguno de los fantasmas del Golem de Dryuoma se movió.

Cuando dejaron la Clinicia, tomaron el primer aerodeslizador a la vista, dejando atrás todas las sombras arcologicas de la ciudad. Keir dejo atrás también a muchos como él. Todos listos para la batalla, correctamente ensamblados, y funcionando, pero que, sin embargo, no habían tenido su misma suerte. Descansaban en una gran Sala, con la absurda esperanza, de que su Vector regresara de las profundidades del mar de Callonus. Eso no iba a pasar, pero seguro alguien les ofrecería un contrato. El resto serían desmontados nuevamente, para ser entregado en piezas a la Calypso.

Darla no dijo una palabra hasta que anunciaron su salto.

— Sea lo que sea, que te haya dicho, olvídalo. Estamos listos para tomar nuestros propios riesgos, pero como equipo. No voy a dejarme un pelo por ese traidor. 
— En realidad, solo me advirtió que tuviera mucho cuidado con el Juez— dijo Keir. 
— Estamos saltando, prepárense— anunció, Ressa.

El callejón era un sitio antiguo, demasiado antiguo; las paredes eran bloques de piedra oscura. El pavimento irregular olía a un siglo de lluvia acida absorbida y la niebla, a una serpiente gigantesca, que no dejaba de perseguirles hambrienta. Keir pensó en Cardonia, pero Darla rápidamente lo descartó para afirmar que estaban en Ecarias 89, Ressa no quiso opinar hasta que se detuvieron para que Darla vomitara nuevamente.

— La Tierra— dijo Ressa— Europa, o lo queda de ella. Darla, debes ponerte la máscara. Este lugar debe estar hasta las narices de radiación. 
— En Neo-Tokyo no hay radiación, Ressa. Pero te puedes morir en minutos igual. El punto es que, hasta donde yo tengo entendido, la Confederación veto al planeta para participar en los juegos. 
— Neo-Tokyo no está en Europa, idiota. —interrumpió Darla —La Ciudad está ubicada en una Isla del antiguo Japón, el único pedazo de tierra habitable de nuestro estercolero favorito.

Darla advirtió la reacción en ambos. Les pidió que les dejara ver el mensaje que les había llegado a su AXIS.

˃˃ BIENVENIDOS, FANTASMAS Y VECTORES, A NUEVA PARÍS. NO TIENEN IDEA DE CUÁNTO HE ESPERADO A QUE LLEGARA ESTE MOMENTO. VOY A SER SU ANFITRIÓN EN ESTA, MI HUMILDE MORADA, CONSTRUIDA GRACIAS A LA GENEROSIDAD DE LOS VELDE. HOY, USTEDES SERÁN TESTIGOS DE LA BONDA DE LA FAMILIA MAS PODEROSA DEL SISTEMA… Y DE TODO SU DESPRECIO A QUIENES NO SE ARRODILLAN. EL MÁS PEQUEÑO ANDA SUELTO, Y TIENE MUCHA, MUCHA HAMBRE. SI SE PORTAN BIEN CON ÉL, TAL VEZ LES MUESTRE EL CAMINO MÁS SEGURO PARA LLEGAR A LA TORRE. LOS VOY A ESTAR OBSERVANDO TODO EL TIEMPO. SUERTE, LA NECESITARÁN.

— ¡Carajo! —maldijo Darla— ¡Un NIÑO aquí! Hubiera preferido mil veces pelear contra Dragones Potbot en el nivel 100. Si lo ven, no corran. Y menos se les ocurra plantar batalla. Solo dejen que se alimente, si tenemos… un poco de suerte, lo lograremos.

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