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LUCIÉRNAGAS ESPACIALES

Hay tantas luces, Laura. No debería haberlas. ¿Conoces esa sensación? ¿Ese instante en el que tropiezas por cualquier cosa, ese medio segundo en el que estas cayendo? Eso es lo que los astronautas solemos sentir, hasta que después de un duro entrenamiento nos acostumbramos.

Perdón por divagar, hablar me ayuda.

Una vez me preguntaste si nos daban píldoras de suicido en caso de fallar la misión. Me reí, te dije que ese era un mito, que para morir en una estación basta con desatornillar una exclusa y que, de cualquier modo, los astronautas no pensamos así.

Sabes, antes de la primera misión a la luna, se cuenta que un reportero le preguntó a alguien de la tripulación sobre qué haría si de pronto el módulo no pudiera despegar y se quedaran varados. ¿Su respuesta? “Trabajaría en el motor”.

Ya ves, los astronautas también podemos ser graciosos, de la misma forma en que siempre encuentro graciosas las estaciones espaciales en una película. Cuando algo anda mal las luces comienzan a parpadear, chillan las alarmas y una voz dice ¡emergencia, emergencia!; como si una mala iluminación y algunos ruidos fuertes pudieran ayudar en algo.

Si algo sale mal en una estación, Laura, simplemente no hay tiempo para asustarse. Por eso, cuando mi compañero me susurró al oído de que corriera hacia la cápsula de escape porque algo estaba pasando, eché a correr, sin preguntar nada. No se bromea con algo así por aquí, Laura.

La cápsula es a prueba de tontos, siempre está apuntando a casa. Uno se sube, presiona un botón y se encuentra en el suelo en el siguiente instante. No me emocionaba la sacudida de tripas del reingreso, pero después podría preguntar por lo que estaba pasando, mientras los paracaídas comenzaran a frenar mi caída.

Excepto que no hubo sacudida, ni comunicaciones.

¿Conoces, conoces esa sensación de que te falta un peldaño para terminar la escalera, pero no hay nada? Tengo una hora sintiéndola. La cápsula ha ido en la misma dirección, hacia abajo, sin reingreso. Las luciérnagas son cada vez mas brillantes.

¿Dónde estás, Laura?

¿Dónde están todos?

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