Una ráfaga de disparos
impacta sobre el asfalto ferozmente. La niebla comienza a envolver los barrios
bajos, es su momento. Corre apretando los dientes, gime en cada paso y se
entrega a las profundidades del callejón. La cápsula está ahí, la palpa, es
real, no lo puede creer. Se deja caer completamente agotado y aunque está lejos
de estar a salvo, suspira aliviado al escuchar a las patrullas rojas alejarse
desde los cielos.
–
¡Lo he conseguido, Ballack! ¡Lo tengo! ¡Quiero ver la cara de Sam, ahora!
¿Puedes creerlo?
No hay respuesta, la
señal es débil y teme que la conexión se rompa en cualquier momento. Un potbot hace
su trabajo limpiando los desechos, ignora su presencia, ignora todo lo que no
sea la mierda que se tira a ese agujero y se entrega a su labor como si fuera
la mejor profesión del mundo. Es brillante, dice para sí. Casi es capaz de
soltar una carcajada pero se detiene. Su AW parpadea y el holograma que
esperaba aparece.
– ¿Qué has conseguido? ¿Tienes
idea de lo que has hecho?
– ¡No te hagas el
estúpido, Ballack! ¡Quiero mi puto dinero! Lo hice, ya está. Mi mejor trabajo,
fue más difícil de lo que creí pero lo conseguí, lo tengo entre mis manos.
Una sonrisa se asoma en
el distorsionado holograma, ríe y muy fuerte. Suplica que se detenga, la zona
no es completamente segura. Aunque el sonido está fuera de rango para las
unidades aéreas que lo persiguen chilla completamente nervioso. La risa se
torna burlona, casi infantil pero aterradora. Logra calmarse y antes de hablar
escucha como sus palmas chocan.
–
Nadie se mete con ellas. Nadie y tú lo sabias.
– Lo que quiero saber
es como las patrullas rojas y toda la SGU se enteró de esto, puedo jurar que el
hijo de perra de Werner nos traicionó. ¿Cómo es que…?
–Dragaron nuestro sistema.
– ¿La
SGU puede hacer eso? Esos perros del gobierno no tiene la capacidad. Sam y yo
encriptamos la…
–No, no. Fueron ellas.
Un tipo gordo de gorra
ancha se adentra completamente ebrio con una sexbot en el callejón, le pide a
su muñeca que le bese. Por supuesto ella accede totalmente, dice que la ama y
le pide que también le diga que le ama. El modelo es increíble, su piel, su
cuerpo, su rostro, pero no, jamás podrán compararse con ellas. Ellas son
perfectas. Rápidamente saca su arma y les grita que se vayan, la muñeca solo espera
la copulación. Otro largo suspiro, se marchan.
– ¿Ellas? Pero no…
¿Dónde estás? ¡Mierda!
–
Lejos, oculto y seguro.
– Necesito a todo tu
equipo ahora, recógeme y oye, vengan armados hasta los dientes. No quiero
sorpresas. Viejo, no vas a creer lo que vi en su sistema.
–No iré por ti.
– Espera ¿Qué carajos
dijiste?
–
Les robaste el AQUARION, ha sido la base para su evolución todos estos años. Desarrollado
en los laboratorios BERX en el 2071 y robado por ellas el mismo año, su pérdida
para la SGU luego de que se rebelaran hizo que el gobierno creara las patrullas
rojas. Todo tiene consecuencias, no escuchaste a Sam.
– No me jodas, si no
puedes ayudarme me largo. Iré a Moscú, eres un cobarde. Tú, Sam, todos, váyanse
bien a la mierda.
Las palabras salen casi escupiendolas. Habla
de su dinero, hablar de ello le relaja. De la cantidad de droga que se
inyectará y de los días de enteros placeres que tendrá. Del poderoso triangulo
rojo en Moscú, de cómo será abrazado por ellos y de cómo desencriptará, junto
con sus ingenieros, los enigmas tecnológicos que ocultan esa maldita capsula
que tanto ansían América y Europa.
–Sam, Werner, todos. Todo el equipo, las unidades de Sonia también, el viejo
John y sus muchachos. Todos están muertos.
– ¿Qué? Espera. ¿De qué
diablos estás hablando?
–
Las fembots. Oh si, a mitad del siglo XXI todo el mundo quería tener en su cama
a una de esas. Las muñecas amorosas eran un bálsamo para el dolor del alma
masculina. Llenaban el alma vacía y fracturada de orgasmos descerebrados, les
devolvían afecto sin necesidad de los hilos invisibles de la dependencia que
tejen las mujeres de carne y hueso.
– Ballack ¿Qué carajos
pasó?
–Pero resultaba muy fácil, así que durante los 60 y 70 la revolución sexual nos
llevó a una estupidez. El nuevo modelo fue programado para resistirse. La
carretera estaba llena de baches pero el trayecto era más gratificante. Cosas
perversas y desagradables se hicieron habituales. Fueron una religión, pero
como dijo Marx: “La religión es el opio del pueblo.”
– Kevin, mi hermano…
trabaja para Sonia. Dime si…
–Luego el modelo que se suponía debía proporcionar diversión desarrollo una
mente autómata. Se volvió resentida y se hartó de toda esta mierda colectiva.
Así que renegó de su creador, formo su grupo y se dividió. Huyeron a los
agujeros más oscuros de la zona urbana y se convirtieron en mercenarias,
letales y jodidas de la cabeza.
– Escúchame. ¡Maldita
sea! ¡Solo quiero saber si mi hermano está vivo!
–
En los últimos años han evolucionado hasta llegar a una versión mortal que va
por ti. Quien iba a pensar en lo que se convertirían.
Encima lo mejor que creo la SGU en desarrollo tecnológico robado por sus más
finas princesas. Sam nunca te dijo que era imposible, te dijo que nadie en sus
cabales haría algo así. Estúpido, pedazo de mierda.
– ¡Dime si está vivo o
no!
–
Fue una masacre, ni siquiera los acorazados que teníamos pudieron hacer algo. Llegaron
en bikini, zapatos de tacón y rifles de asalto de un modelo que jamás había visto.
Atravesaron la zona tres y cuatro sin que pudiéramos hacer nada, Sonia y su
gente murieron rápidamente. Un festival de sangre y se aseguraron de dejar su
marca en todas partes.
– No puede ser.
–Una de ellas cortó a Sam en pedazos como si fuera jamón. A Werner
le arrancaron los ojos y una danza de mutilación comenzó mientras cientos de
arañas de rastreo invadieron todo el complejo. Tuve que huir, estoy a salvo. Si
te tuviera al frente te mataría yo mismo. Espero tu muerte sea la más lenta y
dolorosa.
La señal se corta
estrepitosamente y un sudor frio le recorre la espalda. Perfectas, inmortales, capaces
de lo imposible y tenía que haberlas jodido a ellas. Iba a ser todo el dinero
del mundo. Todavía podía ser, no, grita para sí. Golpea el aparato y trata de
recuperar el contacto aunque en el fondo sabe que es inútil.
– ¡No puedes dejarme
solo, Ballack! Sé quién eres, puedo liberar información tuya a los servidores
de la SGU. ¡Hey! ¿Me estas escuchando?
Tres unidades de las
patrullas rojas le sorprenden violentamente volando sobre su cabeza. Grita despavorido
y corre con todas sus fuerzas. Casi siente la metralla impactando en su espalda
pero no sucede nada. Baja hacia los suburbios más oscuros. Hay silencio, no
escucha nada y le preocupa que haya cientos volando tras él. Repite el mensaje
una y otra vez pero no hay respuesta. Necesita moverse, encontrar una salida.
– ¿Puedes escucharme? Vamos, viejo, tienes que
ayudarme.
En efecto, tres
disparos impactan en su pierna derecha y una roza su mejilla. Las patrullas
rojas riegan implacables con todo su armamento. Son muchas y en un segundo, sin
entender lo que está pasando, empiezan a caer como moscas. Seductoras siluetas se
dibujan en las sombras, una mágnum modificada de veinte centímetros apunta
hacia su pecho.
– ¿Por qué tan solo, cariño?
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