Los observo cada tarde,
pequeños idiotas jugando en el parque sin preocuparse del mundo, se divierten
cada día en sus estúpidos juegos mientras sus padres se sientan sin prestarles atención.
Pero algo ha cambiado ahora, sus ojos están más abiertos a extraños que no
conocen… eso desde hace unos meses que empezaron las desapariciones.
No voy dejarte con ningún
tipo de misterio, soy yo. Los he atrapado cuando sus padres miraban atentamente
sus celulares y han sido tan simple como, “¿Quieres
algunos de mis globos?” o “Tengo
muchos globos escondidos bajo aquel árbol”. Repito, me ha resultado tan fácil
que hasta me da pena decirlo.
Una vez que los tengo,
los llevo a un lugar en el bosque cerca del parque y luego hago lo que tengo
que hacer, aprieto sus gargantas, colocó una bolsa en sus cabezas o una cuerda
en sus cuellos y cuando están muertos escondo sus cuerpos en un agujero que he
hecho cubierto de tierra y hojas.
Tengo mis ojos puestos en
una pequeña niña llamada Susy, sus coletas bailan mientras se columpia. Me llevó
solo un vistazo descubrir que su madre escondía una botella con alcohol para
tomar algo de ventaja. Diez minutos después estábamos en el bosque y ella no
paraba de decir que quería el globo más grande del mundo.
Cuando apartó sus ojos
de mi por un segundo agarré sus largas coletas, las enrosque alrededor de su
cuello y estiré de ellas con fuerza durante tres minutos hasta que la vida
escapó de su pequeño cuerpo. Escarbé entre la arena y las hojas y escondí su
cuerpo con una sonrisa de victoria mientras veía el lugar donde estaban los
otros siete.
Volví al parque y eché
un vistazo a la madre de Sally que ahora tan solo era un desastre embriagado
que desconocía el destino de su hija. Una hora más tarde estaría hablando con
la policía sobre su pequeña hija desaparecida. Ahora era el momento de
marcharme.
Tomo mi camino y me doy cuenta que mi pequeño vestido está
manchado de tierra. No importa. Corro hacia las faldas de mi madre y
abrazándola le digo que estoy lista para irme del parque.
Nadie sospechará nunca
de mí.
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