Huimos hacia los confines del espacio, lejos de ellos y ese
horrible lugar. Ocurrió a mediados del 2075. Se descubrió que en Plutón había una
región de gravedad inmensamente fuerte, una anomalía que no hubiera pasado a
mayor noticia sino fuera por lo que sucedió semanas después.
Aquel pedazo de roca muerta desapareció. Así, sin más. Luego
las cosas empezaron a ponerse aún peor cuando lo mismo le pasó a Urano y
Neptuno. Afortunadamente (o por desgracia) descubrimos en Titán lo que
realmente estaba ocurriendo.
La pequeña estación en el satélite fue testigo y víctima del
acontecimiento. Legiones de naves en forma de krakens llegaron liberando a sus bestias
aladas como ángeles. Todo terminó muy rápido. Un espectáculo terrible y
maravilloso, y aunque Saturno cayó no supimos entenderlo.
Los ingenieros en Marte habían diseñado en el espacio una
plataforma con lo último en armamento nuclear. Y justo cuando supimos que se
encontraban cerca lanzamos todo lo que teníamos contra ellos. Lo apostamos todo
antes de que llegaran a la Tierra y como imaginarás no funcionó.
Pero no creas que nos rendimos. No. Las defensas en la
Tierra, con años de nueva exploración espacial habían preparado una pequeña
sorpresa. El ser humano… ¿sabes?, cuando está desesperado puede llegar a ser
muy estúpido. Bastante, a decir verdad.
Los pequeños agujeros que empezaron a aparecer en nuestra atmósfera
no fueron generados por ellos. Fueron cortesía
de nuestros nuevos aceleradores de hadrones, ¿y qué crees? Mierda, resultó. Se largaron
por ahí, reventaron… algo pasó, no lo recuerdo…bah, era muy joven.
Cientos de ciudades desaparecieron después. Aquellos huecos
inmensos… digamos que casi estuvieron a punto de devorarnos. Lamentablemente no
todo fue tan sencillo como parece. Todo tiene consecuencias, y la victoria nos dejó
un malvado regalo.
No pasó con todos, un millón quizás. Fue suficiente. Nos tocaron, o algo así. Como si una mano se metiera en tu
cabeza y moviera todos los cables que están ahí. Pero todo, no solo tu cabeza, también tu cuerpo, tus músculos, tus
huesos.
En pocas palabras, más de la mitad de la tierra involucionó.
Aparecieron atrocidades que no puedes imaginarte, “cosas”… realmente horribles.
El cielo nunca estuvo tan negro y la tierra tan roja. Los pocos que quedamos
tuvimos que largarnos.
– ¿Y si realmente eran ángeles, papá?
Quizás, quizás… venían a rehacer la creación del Dios Padre.
Nunca lo sabremos.
– Mamá
me contó que vio a sus padres cuando ellos llegaron a la Tierra. Ahí, junto a
ella. Pero ellos habían muerto hace tiempo. Creo que…
Creo que deberías descansar. Te prometo que un día despertarás para contemplar
un cielo tan azul que jamás podrás olvidar.
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