La sollozante pequeña golpea una vez más con impaciencia la puerta. Es inútil, claro está. Sus padres están hartos de ella. Siempre a la misma hora, todos los días y sin descanso llama con lágrimas en el rostro implorando que la dejen entrar, siempre a mitad de la noche, siempre con la misma historia del monstruo bajo su cama.
¡No, ya te he dicho que no! Ahora escucha cada vez con más enfado esa respuesta. Al principio le tenían paciencia, pero ahora con los días vueltos semanas y las semanas meses, los antes amables papá y mamá coinciden en que se trata de un simple capricho. Todo está en tu mente, mi amor. Tienes que enfrentar tus miedos.
¿Por qué solo ella lo puede ver? Se lo viene preguntando todo este tiempo. La deforme criatura parduzca sale arrastrándose cada noche y susurra su nombre en un acto casi religioso para que se despierte. Le llama con una voz extrañamente familiar. Asoma sus vidriosos ojos, para luego extender sus delgados y sangrantes dedos hasta casi tocar su almohada.
Cansada, harta, está convencida que nadie la puede ayudar. Pero de pronto una ventana a la oportunidad se presenta, su padre exclama que muy pronto se van a mudar, que esa cosa a su nuevo hogar no los seguirá. Y de pronto nace en ella la esperanza, se consuela así misma con la satisfacción de que ya no volverá a pasar noches de angustia.
Pero todo cambia el último día a su partida. Quién sabe a qué hora de la madrugada se levanta al escuchar a su padre gritando por toda la casa. Llama a su madre con la voz rozando el pánico, hay algo en el primer piso y ella baja lentamente esperando que no la regañen mucho esta vez. Un disparo, luego dos, alguien la toma de los brazos y luego todo se vuelve blanco.
De pronto las cosas son más sencillas de entender. En la estación, una mujer policía la abraza a su pecho y le dice que todo estará bien. Un oficial bastante mayor interrumpe; se marcha, la están llamando. Antes de irse alcanza a escuchar lo que le dice en susurros a su compañera: “…irán a prisión por homicidio y secuestro, la mujer encadenada bajo la cama era su verdadera madre, no sobrevivió.”
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