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CRÓNICAS DE UNA EXTINCIÓN/Cap III

Año 1621 del Imperio de Karnaron 
Año 71 del reinado de la emperatriz Ehdala Nuk

Tengo sed. La esperanza desaparece en este lugar. Necesitamos regresar… nuestro descubrimiento, hay que contactar de inmediato con la emperatriz. La selva se ha devorado nuestros trajes, los beengi nos están matando. Oh, esos malditos insectos. Están por todas partes. Nos acechan en la oscuridad de este infierno verde. Debemos escapar de Kalahari cueste lo que cueste.

Todavía puedo oler la peste, siento el hedor quemándome cada órgano de mi cuerpo. La sangre, el licor de sus jugos, y la carne en descomposición. El grito ahogado de la única hija del Arconte Kahbal Bremm al ser entregada a esa abominación. No estamos preparados para enfrentarlos, temo que todos los Xe'acalla juntos puedan hacer algo.

Alguna vez el planeta se enorgulleció de ser el más cercano a nuestro dios fundador: Soth'takath. Su estricta religión llegó a ser elogiada por el mismo Diácono. Sus Kysha, desde pequeños, eran instruidos en el conocimiento de las ciencias exactas, adiestrados en profunda estrategia política y militar, las artes del espionaje y el asesinato, sus habilidades los convertían en los consejeros más admirados y temidos en todo el Imperio.

Y era el primero de la emperatriz, por supuesto, uno de ellos: Keir Bremm. El más noble Kysha que para muchos pudo existir en Karnaron. Favorito para ser elegido como sucesor de la emperatriz. Quien cambiaria el balance de poderes entre las grandes casas. Pero Imaur lo cambio todo, la desgracia cayó quizás en el planeta de una forma mucho peor.

Kalahari lo tenía todo, menos Londinium. Veqrax Dei tenía mucho que ofrecer. Los Arcontes se reunieron y pronto se unió también Korlat Ubik, del planeta Sadhur. Los delirios de grandeza de Veqrax condenaron no solo a los suyos, sino a aquellos que le habían seguido en su estupidez. Cuando Keir Bremm se opuso a la ocupación de Imaur, la emperatriz no lo dudó. Su cabeza rodó en las salas del Consejo.

El Arconte Kahbal Bremm enloqueció. Su hermano, su mentor, su amante. Imaur tenía Londinium, y Kalahari tenía a Keir Bremm. El inútil acto de venganza redujo al planeta al exterminio; y el Diácono, como siempre, quiso dar una lección ejemplar. Millares de beenji fueron arrojados a la jungla, pequeñas sabandijas que traían todo tipo de enfermedad. Hicieron lo suyo con la mitad de la población, la otra fue trabajo de los Xe'acalla. La ubicación de Kahbal Bremm fue un misterio hasta hace muy poco.

Después de la desolación en Imaur, una mujer trepó en el poder rápidamente después de vender a su señor. Fera Feng-Du, fue quien desactivó los escudos para el arribo de las tropas de su majestad. Fue ella quien entregó al traidor Veqrax Dei para que muriera frente a su mujer e hija, y fue ella, quien cazó al último Dei y arrojó su cuerpo desollado al mar de gusanos negros.

Su vileza, su ambición, su extraño conocimiento de las mayores minas de Londinium en Karnaron, hizo que la emperatriz viera en su figura, a ella misma, en sus primeros años como Kysha. Y la emperatriz la adoptó a su servicio. En poco tiempo tomo el lugar como Primera Consejera y su mano derecha.

Yo, Yana Armiger, primera teniente de la Orden de Titania, he descubierto en Kalahari su más oscuro secreto. Era bien sabido, que el Arconte Kahbal Bremm, era casi igual de inteligente que su hermano mayor. La razón por la que se unió a los Dei, fue aquello que encontraron en las cuevas de Imaur; algo maligno, algo que es capaz de resucitar a lo que se supone está muerto.

Lo he visto con mis propios ojos. Rastreamos la nave de la Consejera hasta aquí. Ha experimentado durante años con el arconte y su séquito. Para desgracia del arconte los resultados han sido más que terribles para ellos, pero si fructíferos para la primera Kysha del Imperio. Su abominable ejército será inmortal, ningún huésped resiste lo suficiente, el parasito prevalece para hacer su única voluntad: devorar.

Oh, tengo tanta sed, siento a los beenji gritando desde debajo de mi piel. Todo da vueltas.

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