Ir al contenido principal

CRÓNICAS DE UNA EXTINCIÓN/Cap VI

Último año del Imperio de Karnaron 
Tres horas antes de la larga noche de los Akarj

El mundo ha estado en constante cambio, en constante movimiento, Imperios que se alzan, civilizaciones que desaparecen de su faz, y caen en olvido, la muerte última. Las incontables guerras lo han hecho sangrar, pero con el tiempo, las heridas han sanado, solo para volver a ser abiertas; en un ciclo perpetuo de dolor, miedo, envidia y profunda vileza.

Karnaron, ahora agoniza por sus heridas. La conjura para terminar con un reinado que lleva gobernando más de un milenio ha sido un éxito. No queda ni un solo Arconte que se le oponga a la Emperatriz; en el consejo, los de rangos más altos están todos muertos, y la paz que profesa el Prida, mantiene a todos callados y completamente aterrorizados.

Nada queda de la poderosa Deraddon, ni de la hermosa y pacífica Tau Koian, el enjambre se ha llevado consigo a más de la mitad de los planetas del reino. Todos, parte de un complot para asesinar a la emperatriz, por supuesto. Rumores, y rumores de más rumores, que no tienen ninguna prueba o fundamento.

Y no han parado de alimentar a la bestia. La última resistencia, liderada por mi maestro, fue un completo fracaso. Mi Señor, es torturado día tras día, y no hay nada que yo pueda hacer para consolar su sufrimiento. He sido testigo de múltiples atrocidades que se le han practicado; de todas las fuerzas que un hombre pueda tener, arrancadas con suprema maldad de su cuerpo.

Del otrora, magnifico guía espiritual, ahora solo queda un saco de pestilente carne y huesos; arrojado a la oscuridad a la que se ha abrazado a su pecho. Oh, mi pobre Señor, ha enloquecido terriblemente. Su risa escandalosa cesó brevemente la noche que le cortaron la lengua, solo para continuar con más fuerza al día siguiente, en una cacofonía que reverbera pantanosa por todas las paredes de la gran torre de Vor.

Dicen que el destino de Karnaron será el mismo que el de este planeta. No estoy tan seguro, probablemente sea mucho peor. Cuando los Xe’acalla fueron derrotados, la sombra que cubrió Cardikar, se llevó toda la vida del planeta. Hasta la tierra parece pudrirse de la nada, solo queda en pie la gran torre por la que informo cada noche al Prida del estado del Diácono.

Le complacer escuchar que cada día está más loco, juega conmigo incitándome a participar de su perverso ritual. Siempre me niego, aunque sé que pronto cederé, no sé cuándo, pero lo haré, con la esperanza de escapar de aquí, de la inhumana risa de mi señor, de sus aullidos pegados a mi piel, y que pueden sentir los guardias también.

Nos visitan de Bashaa y Or, las naves van y vienen, y algunos son más crueles que otros. Esos se quedan más tiempo, aunque al final siempre terminan largándose, nadie aguanta estar mucho tiempo en este lugar. Aunque nadie ha venido a recoger a los últimos torturadores, los guardias ya no saben que decirles, el tiempo no deja de ponerse peor aquí y las reservas se agotan.

El Prida no ha contestado a mi llamado desde hace tres noches, la señal parece muerta. Es muy extraño, su exquisita malicia se regocijaba cuando me escuchaba hablar sobre las nuevas salvajes heridas infligidas a mi señor. Es mucho peor de lo que parece, y tengo tanto miedo, mucho miedo, soy capaz de lo que sea en este momento.

Mi nombres es Taf’am, humilde siervo del Diácono Imperial, quien es prisionero junto a su señor en la gran Torre de Vor, única construcción que se eleva sobre todo Cardikar. Moriré aquí, no quiero, pero sé que la larga noche ha llegado para no irse jamás. Todos parecen sentirlo, la carcajada monstruosa de mi maestro perfora mi cuerpo.

Han llegado a un punto de no retorno, han ganado y perdido al mismo tiempo, el final está aquí. Millones de almas sucumbirán a la catástrofe, y por supuesto, un nuevo Imperio, como ninguno que haya existido se alzará por encima de todo el universo. No hay espacio para nosotros.

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA CHICA PERFECTA

La conocí en una famosa página de citas de Internet. Al principio me mostré cauteloso, no sabía que pensar. Después de tanta insistencia por varias de mis amistades decidí probar. En efecto, conocí a alguien que robaría toda mi atención y que terminaría por ser la dueña de mi corazón. Luego de varias semanas de intercambiar mensajes y compartir historias decidimos conocernos. Era profesora de secundaria, muy impresionante en persona, con una figura que no te esperarías de alguien que trabaja en educación. Tenía el pelo castaño y rizado, ojos cafés y una mirada cautivadora. Debo admitir que me arriesgue demasiado en nuestra primera noche, creo que me deje llevar un poco por la emoción. En pocas ocasiones me había pasado y es que, ella despertaba en mí una pasión que escapaba a la razón. Me la lleve a una habitación de hotel, un poco nervioso le hice la propuesta y accedió. No voy a entrar en detalles, lo siento, soy un caballero después de todo, pero quiero dejar en cla

EL ENGENDRO DE UHMUG

El cielo está quieto, oscuro y silencioso. Uno de sus ojos parece brillar a lo lejos, casi desaparece. El negro absoluto permanece expectante, ignora al brillante. Entonces celebra su soledad allá arriba mientras observa espeluznante el despertar del muerto. Han pasado más de dos horas desde que los faros del coche se apagaron, más de dos horas en que las caricias comenzaron. La música ha dejado de sonar y los latidos también. Se asoma una patrulla por el retrovisor. Más te vale que despiertes, corazón. La placa corresponde a otro distrito, mala cosa, robado tal vez. No, vamos. Déjate de estupideces. Hay que dejar de ver esa serie de una maldita vez. Una de las puertas traseras está entre abierta. Drogadictos, dices. Ah, un par de porros. Quién, no. Acercas tu linterna, dos siluetas se dibujan, solo una se mueve. Está demasiado oscuro y crees ver sangre. Hombre, ya para de imaginarte cosas. La puerta se cierra de golpe. Llamas a los ocupantes dando una advertencia. Tr

TORTUGA NEGRA

La tetera silba impacientemente, ahoga el bullicio de la ciudad. Me entrego al aroma del café como en cualquier otra tarde de lluvia. Miradas que vienen y van desde mi ventana. Sombras que se alejan. ¿Qué observan? Me llevo las manos al rostro, ahí donde surcan las huellas del tiempo. Compasión, lástima. Sí, por supuesto. Tengo 63 años, mis hijos han crecido y en julio seré abuelo. Estoy canoso. Mi cuerpo no para de quejarse. El calendario marca 31 de Marzo y el sentimiento aflora. Me sujeta fuertemente, me desgarra y me lastima.  Mi mente gira en espiral y me lleva al más oscuro de mis recuerdos. Tenía 8 años y ella apenas 7. Allison se había ganado la reputación de contar historias increíbles. ¡El chico de cuarto grado tiene una caja de monedas mágicas! o ¡El bibliotecario tiene una llave que  te lleva a otro mundo! Y yo disfrutaba de cada una de ellas, por más insulsas que fueran y Sarah también lo hacía. Mi pequeña hermana se movía conmigo dispuesta a cualquier aventur