Ir al contenido principal

EL CIELO SABE QUIÉN ES

Y los niños jugaban en el patio, tan pequeños y tan inocentes, mientras ella terminaba su relato pornográfico en el ordenador. Entonces le pareció ver a un hombre caído del cielo, tendido ahí, sin moverse, a unos pocos metros del tremendamente reñido partido de fútbol.

La escena era fascinante, y los niños que corrían pronto se arremolinaron a celebrar el evento. La mujer de pelo castaño corrió, tal vez Dios le había expulsado del paraíso y quería que alguien le vigilara de cerca. Quien sabe, cuando despertó solo sonrió.

Recordaba todas las canciones de esos grupos innombrables de los 60’s, sin embargo no sabía nada de él. Su nombre, familia, vivienda, lo único que descubrió fue por supuesto que le gustaba a la música, y fumar un cigarrillo después de las tres.

En ningún momento ella trato de asesinar su historia, ¿pero acaso podía imaginar su futuro más cercano? Los días pasaron y la pelota había caído por primera vez de su lado del campo. No sabía qué hacer, y en menos de lo que pensaba ya se había entregado a él.

Hay puñetazos en esta vida que deben recibirse con toda naturalidad. Ciertas personas tienden a caer en un excesivo teatro, y la verdad, al público al final solo le aburren, o peor aún, llegan a tener lástima de los personajes de la obra.

“No te perdono, te puedo olvidar, pero tampoco quiero.” Y Sofía, reina del porno, le explicó que no quería sentir alivio porque él no podía recordar. Y mintió con una sarta de estupideces porque estaba alegre; acababa de descubrir que tenía una mujer, y una niña con su misma sonrisa y ojos café.

Olvidar no está en manos de nadie, ni siquiera una memoria renovable a cada minuto olvida lo que quiere perder de vista para siempre. Así que Sofía, amante suprema, abrió un nuevo relato describiendo a un hombre tendido en el suelo, desnudo de la cabeza a los pies. Se había puesta húmeda de solo pensarlo, así que se preparó para ponerle de título: “Las aventuras sexuales del arcángel Gabriel”.

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA CHICA PERFECTA

La conocí en una famosa página de citas de Internet. Al principio me mostré cauteloso, no sabía que pensar. Después de tanta insistencia por varias de mis amistades decidí probar. En efecto, conocí a alguien que robaría toda mi atención y que terminaría por ser la dueña de mi corazón. Luego de varias semanas de intercambiar mensajes y compartir historias decidimos conocernos. Era profesora de secundaria, muy impresionante en persona, con una figura que no te esperarías de alguien que trabaja en educación. Tenía el pelo castaño y rizado, ojos cafés y una mirada cautivadora. Debo admitir que me arriesgue demasiado en nuestra primera noche, creo que me deje llevar un poco por la emoción. En pocas ocasiones me había pasado y es que, ella despertaba en mí una pasión que escapaba a la razón. Me la lleve a una habitación de hotel, un poco nervioso le hice la propuesta y accedió. No voy a entrar en detalles, lo siento, soy un caballero después de todo, pero quiero dejar en cla

EL ENGENDRO DE UHMUG

El cielo está quieto, oscuro y silencioso. Uno de sus ojos parece brillar a lo lejos, casi desaparece. El negro absoluto permanece expectante, ignora al brillante. Entonces celebra su soledad allá arriba mientras observa espeluznante el despertar del muerto. Han pasado más de dos horas desde que los faros del coche se apagaron, más de dos horas en que las caricias comenzaron. La música ha dejado de sonar y los latidos también. Se asoma una patrulla por el retrovisor. Más te vale que despiertes, corazón. La placa corresponde a otro distrito, mala cosa, robado tal vez. No, vamos. Déjate de estupideces. Hay que dejar de ver esa serie de una maldita vez. Una de las puertas traseras está entre abierta. Drogadictos, dices. Ah, un par de porros. Quién, no. Acercas tu linterna, dos siluetas se dibujan, solo una se mueve. Está demasiado oscuro y crees ver sangre. Hombre, ya para de imaginarte cosas. La puerta se cierra de golpe. Llamas a los ocupantes dando una advertencia. Tr

TORTUGA NEGRA

La tetera silba impacientemente, ahoga el bullicio de la ciudad. Me entrego al aroma del café como en cualquier otra tarde de lluvia. Miradas que vienen y van desde mi ventana. Sombras que se alejan. ¿Qué observan? Me llevo las manos al rostro, ahí donde surcan las huellas del tiempo. Compasión, lástima. Sí, por supuesto. Tengo 63 años, mis hijos han crecido y en julio seré abuelo. Estoy canoso. Mi cuerpo no para de quejarse. El calendario marca 31 de Marzo y el sentimiento aflora. Me sujeta fuertemente, me desgarra y me lastima.  Mi mente gira en espiral y me lleva al más oscuro de mis recuerdos. Tenía 8 años y ella apenas 7. Allison se había ganado la reputación de contar historias increíbles. ¡El chico de cuarto grado tiene una caja de monedas mágicas! o ¡El bibliotecario tiene una llave que  te lleva a otro mundo! Y yo disfrutaba de cada una de ellas, por más insulsas que fueran y Sarah también lo hacía. Mi pequeña hermana se movía conmigo dispuesta a cualquier aventur