ADVERTENCIA: El presente relato puede herir la sensibilidad del lector.
He vuelto a despertar, la sensación en mi cuerpo es ahora aun peor. No puedo caminar, me duele moverme. Son ellos otra vez susurrándome, exigiéndome, no quiero hacer esas cosas. No puedo gritar. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que desperté tranquilo? Todo esto me está matando, ya no lo soporto. Quiero morir.
Ahí está el sonido enfermo como todas las mañanas. La puerta se sacude, espero a que termine. Pronto lo hará, es ahí cuando los gritos empiezan, cada uno peor que el anterior, me dicen cosas horribles. Me esfuerzo por levantarme, estoy sangrando otra vez. Trato de arrojar todos los males de mi cuerpo por el retrete, es imposible.
La rutina de siempre me ha dejado las piernas y brazos entre morados y verdes. No hay paz, ya lo sabrá mi piel. Me detengo en mi espejo, no tienen idea del esfuerzo que he puesto en ponerme la ropa. Se reirán de mi otra vez, no importa, las mangas son lo suficientemente largas para cubrir lo importante.
Estar aquí un par de horas es mi único consuelo. Tampoco es fácil, pero se puede soportar. Pueden arrojarme lo que quieran aquí, no habrá problema. Nunca me harán sangrar, no deben, o tal vez solo no pueden. Además de que puedo estar en el baño todo el tiempo que quiero, si orino sangre es todavía mejor.
Desde que mamá se fue todo ha sido un infierno, se han encargado de borrarme mis mejores recuerdos. La extraño mucho, no debería haberse ido tan pronto, o al menos, debería haberme llevado también. Han pasado cinco años, y se siente como una eternidad, una realidad tan cruel, insoportable, e imposible de escapar.
Se escucha el timbre de salida en la escuela, me tiemblan las piernas. La señorita Mónica me desea un buen fin de semana, con todas mis fuerzas reprimo las ganas de llorar. Él me espera en la camioneta como siempre lo hace, puedo escuchar el mismo silbido a los lejos. Es su aviso de que estoy tardándome a propósito, me apresuro, aunque sé que me castigara igual.
Cuando salgo su melodía se hace más fuerte, me revuelve las tripas, no me deja ir en el asiento de atrás. Su canción me tortura todo el camino, si hoy vuelvo soñar, espero nunca despertar.
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