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THE PHANTOM KILLER/ Cap II

Vissei Barsali se terminó la segunda botella y rápidamente apuro otra. Darla no dejaba de burlarse en su cara de lo malo que era en el ajedrez, pero, aun así, seguía intentándolo. Tampoco era que estuviera perdiendo demasiado dinero, en realidad, se trataba más bien de una revancha del juego anterior. Por los viejos tiempos, le había dicho. Y de inmediato habían comenzado a beber y apostar monedas, increpándose mutuamente de todas sus victorias y derrotas, iba a ser el último juego del anciano también.

— ¿Podrías dejar de verle el culo a la señorita Mei? —carraspeó Vissei— a su novio no le hará mucha gracia cuando se dé cuenta. 
— Cielos, es una lástima que no puedas beber— dijo Darla.
— ¿Qué? No… no le estaba mirando a ella, es… Kura… esos gemelos… ¿han visto sus ASDA? Es… una locura. 
— De todas las partes de tu cuerpo que podías conservar… decidiste esa… ¿eh? — celebró Vissei— No te sonrojes hijo, a tu edad, habría hecho lo mismo. ¿Sabes? Antes de llegar a Solaris, tu y yo podemos ir por ahí, con unas amigas a dar una vuelta. 
—¿Tienes ganas de que te arranque el otro ojo, Vissei? —preguntó Darla. 
— ¿Y a ti que mosca te picó? Te lo estas tirando, ¿y no me has contado? Eres una guarrilla, pero no te culpo, con ese genio tuyo ha de ser difícil tener sexo hasta con ese Orgasth…orgamath… bah… esa nueva cosa de la compañía IRIS. 
— Porque mejor no apuras ese último trago, y vamos a lo nuestro, Vissei.

Ya no se trataba de monedas, Vissei levantó una ceja, y por la cantidad de ceros en la transferencia las bromas acababan de terminar. Keir encendió su AXIS, estaba claro que Darla tenía más dinero del que creía, pero soltarlo así, de repente, era casi el triple de lo que había ganado en las carreras. El anciano era conocido casi por todos los jugadores, un veterano, casi treinta y dos juegos a su espalda, y seguía de pie. Era evidente entonces lo que Darla quería: información.

— Nivel 73, iremos subiendo…75, 80, 88, 100, y 117, luego iremos al 136, no hace falta que te diga el resto, es el final del camino para ti, preciosa—dijó Vissei, cruzando los dedos y esbozando una sonrisa.
— Necesito más que eso y lo sabes, ¿cuánto para llegar al ciento sesenta?

Vissei comenzó a reír esta vez de una forma bastante grosera. Llamó a uno de sus fantasmas, y le dijo un par de cosas al oído. Luego el tipo más alto que había visto se sentó a su derecha, y la fantasma de este, empezó a proyectar un mapa con su AXIS.

— El Golem de Dryuoma debe apreciarte mucho, esto solo lo han visto ocho personas, bueno… diez ahora mismo. ¿Vas a unirte, cierto? —preguntó el tipo, que respondía al nombre de Clotho.

Darla se giró para ver a Vissei directamente a los ojos.

— Sabes lo que quiero, si me llevas estoy dispuesta… 
—Trato hecho entonces, pero estarás sola hasta el 117. Ya sabes, el juego anterior fue una mierda, y los NIÑOS… se molestaron bastante la última vez. Así que mejor vamos separados para no levantar ninguna sospecha, todo el equipo está al tanto. Nos reuniremos en la séptima fosa de Tarandi de ese nivel.

Darla se quedó pensativa, calculando todas sus posibilidades. No le quedaban más opciones, y era la única que podía tomar, al menos por ahora. No sabía lo que se iba a enfrentar cuando llegara al nivel cien, pero estaba lista, lleva lista demasiado tiempo. Y era, como había dicho el viejo, el final del camino.

— Oh vamos, no me mires así. Es nuestro último juego, vamos a pasarla bien, no voy a volver, y tú tampoco, no así al menos —dijo, señalando a Keir—tal vez me escojan como Juez, sino… bueno, tal vez no sea tan mala idea volver a Dryuoma como Guardián. 
— Mierda, eso me gustaría verlo—dijo Clotho—aunque siempre te ha venido mejor el blanco que el rojo.

Vissei comenzó a toser de risa, y al devolverle la mirada a Darla, contuvo la respiración un momento. Luego habló.

— Dile Clotho… dile cuantos jugaremos esta vez. 
— Novecientos cincuenta y cuatro, ¿estás seguro que ella podrá llegar al nivel 100? —preguntó Clotho.
— No la has visto en acción, es muy buena, pero su fantasma… bueno, veremos que puede hacer. 
— También puedo escucharles, ¿saben? —dijo, Keir. 
— Pues espero que escuches a tu VECTOR, y hagas lo que… ¿a quién carajos estás viendo esta vez? Ah… madre mía, tu sí que sabes escogerlas. ¿Cuántos imbéciles crees que morirán en esta sala por esa pelirroja, eh Clotho? 
— No creo que quieras meterte con esa, muchacho. Además, su fantasma es… 
— Nos la cruzamos hace unos días—dijo, Darla.

Vissei intento pronunciar algo, pero antes de que lo intentará, Darla le hizo un gesto que terminó cerrándole el pico de una vez por todas.

Quedaban menos de doce horas para que la Nartania anunciara su llegada a la Solaris II, Keir se levantó y les anunció que iría a la sala de entrenamiento, cuando llegó, estaba más llena que el propio bar, tuvo que lidiar con varios Barghatianos para hacerse de un lugar, y cuando por fin lo logró, se lo arrebataron sin que se diera cuenta por estar viendo a una fantasma de enormes tetas.

— ¿De dónde vienes, chico?

Era literalmente un simio, sus enormes brazos eran tan gruesos como la cintura de Keir, había escuchado que algunos fantasmas preferían transmutar sus partes escogidas antes que conservarlas, o convertirlas en REM, pero nunca había visto uno, así que antes de que su estúpida cara le delatase, respondió.

— La Tierra, Japón para ser exacto, bueno… ya no es Japón, pero… eh… soy Keir. 
— ¿En serio todavía hay gente viviendo en ese estercolero? ¡Ja! —se movió un poco para darle su lugar y declaró —Viví un par de años en la Tierra, vaya mierda. Soy de Giea, ¿quieres que reinicie el campo para ti? 
— No… así, está bien—declaró, Keir. 
— ¿Seguro? Son de clase guerrero chico, yo no me ando con bromas. 
— También me entreno con ellos, ¿has llegado al nivel seis? —preguntó Keir, emocionado.

El fantasma se llamaba Mac, y también era su primer juego. Antes de despedirse, sonrió y le deseó mucha suerte. Cuando Keir entró al campo, había docenas de potbots clase guerrero nivel treinta y tres, era probablemente su última oportunidad si no quería decepcionar a Darla en el primer juego. Decidió que no saldría de la sala hasta que la Nartania aterrizara.

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